La Vanguardia

Xi devalúa la cita con su renuncia a viajar a Glasgow

India esgrime una responsabi­lidad menor histórica en la crisis ecológica

- A. CERRILLO

Decenas de jefe de Estado y primeros ministros acudirán a la conferenci­a de Glasgow. Se espera la presencia de los presidente­s o primeros ministros de EE.UU., Joe Biden; Colombia, Iván Duque; o Turquía, Tayyip Erdogan, así como la mayoría de países de la UE, incluido el presidente Pedro Sánchez. Pero no estarán ni el presidente ruso, Vladimir Putin, ni el presidente chino, Xi Jinping, que participar­á de manera no presencial, por vía telemática.

Biden ha asumido el objetivo de reducir un 52% las emisiones para el 2030 con relación a los niveles del 2005, para situar a la industria norteameri­cana en posición de liderazgo. Se ha comprometi­do a lograr una economía descarboni­zada en 2050 y fija como meta que el sector de la electricid­ad esté libre de carbono en el 2035. Pero no se sabe si podrá llevar a la práctica su plan, debido a las discrepanc­ias en el seno de Partido Demócrata. Y eso le debilita.

China comunicó al fin el jueves su plan nacional de acción climática, casi idéntico al de 2015. Las metas son “lograr un pico de emisiones de CO2 antes del 2030” y “conseguir la neutralida­d de carbono antes del 2060”. Otro objetivo es reducir más de un 65% la intensidad energética (CO2 por unidad de PIB) con respecto al 2005. Con ansia de superar la pandemia, no fija topes de reducción de CO2 en términos absolutos. Su prioridad es otra.

El primer ministro Narendra Modi pedirá que se hagan realidad las promesas de más ayudas a los países en desarrollo y de transferen­cia tecnológic­a. Aunque es el cuarto país emisor de CO2, India recalca que solo ha contribuid­o históricam­ente con un 4% del total de emisiones desde 1850. No ha presentado su plan de acción a la ONU; continuará su dependenci­a de carbón, pero registra una gran expansión de las renovables. Quiere liderar al grupo de países en desarrollo.

Quiere capitanear la lucha contra la crisis climática. Su plan para reducir las emisiones un 55% para el 2030 respecto a 1990 anuncia una revolución. La Comisión Europea plantea prohibir la venta de los automóvile­s con motores de combustión interna en el 2035, ampliar los mercados de carbono (para extenderlo al transporte y la edificació­n), e implantar un impuesto de ajuste en carbono en frontera para los productos. China responderá.

El Reino Unido, el anfitrión de la conferenci­a, ha querido predicar con el ejemplo. Sus nuevos objetivos sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o son de un 68% para 2030 y del 78% para 2035 (siempre respecto a los niveles de 1990). Su esfuerzo diplomátic­o se ha centrado en dar garantías para movilizar los 100.000 millones de dólares al año para las naciones en desarrollo. Es la clave para salvar la conferenci­a.

La ley de Cambio Climático prevé reducir en el 2030 un 23% las emisiones de gases respecto 1990. La vicepresid­enta Teresa Ribera sostiene que esa meta encaja con el aumento de ambición que promueve la Comisión Europea. Pero Más País-equo, el partido de Íñigo Errejón, exige un recorte mayor (-55%). Ecologista­s en Acción, Greenpeace y Oxfam Intermón han demandado por vía judicial mayor ambición climática. Otra vez, los jueces deciden.

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