La Vanguardia

“Barcelona se iguala a París o Londres en tradición editorial”

Sergio Vila-sanjuán Periodista, publica ‘Barcelona, la ciudad de los libros’

- XAVI AYÉN

Sergio Vila-sanjuán (Barcelona, 1957) es autor de obras de referencia sobre el mundo editorial como

Pasando página (2003), de ensayos como Otra Cataluña (2018), de la biografía El joven Porcel

(2021) y de varias novelas (la última, El informe Casabona, 2017). Ha sido comisario del Año del Libro, ha ganado premios como el Nadal o el Nacional de Periodismo Cultural y coordina el suplemento Cultura/s de La Vanguardia. Ahora publica Barcelona, la ciudad de los libros (Libros de Vanguardia), donde sintetiza en pocas páginas los muchos siglos de historia editorial de la ciudad.

¿De dónde surge este libro?

Hace unos meses, los responsabl­es del Observator­io Cervantes de la Universida­d de Harvard me pidieron que les explicara qué era Sant Jordi en una conferenci­a. No podía hacerse sin contar qué ha sido el mundo del libro barcelonés desde los inicios.

¿Y de dónde viene Sant Jordi?

Es la mejor fiesta del libro del mundo, el fenómeno de cientos de miles de barcelones­es en la calle con libros y rosas ha impactado a todos los grandes autores que lo han visto. La fiesta del libro se crea en 1926 para toda España. En Barcelona, en 1931, Sant Jordi arranca con mucho más éxito que en otras ciudades. La Unesco lo declaró luego día mundial del libro.

¿Y por qué semejante éxito? Barcelona es una de las pocas ciudades en el mundo, con París y Londres, que tiene una dedicación al libro más larga y continuada, una tradición de más de seis siglos ininterrum­pidos. En la época medieval ya había mucho tráfico de libros, circulaban los manuscrito­s. En el XIV, se crearon unos premios literarios, los Juegos Florales, traspasand­o el modelo de Tolosa, bajo presidenci­a del conde de Barcelona y rey de Aragón.

Luego llegó el salto de la imprenta.

Los primeros impresores que llegan a Barcelona fueron, hacia 1470, alemanes, que también instalaron su invento en Montserrat. Cuando don Quijote viene a Barcelona, lo primero que hace el personaje es meterse en una imprenta, y ahí se habla de uno de los temas que preocupan todavía hoy: ¿cuál es la mejor manera de cobrar los derechos de autor? ¿Una cantidad fija por cada libro o es mejor un variable según las ventas? Se analizan los pros y contras de cada tipo de cobros.

¿Y lo del librero asesino?

Después del Quijote, el mito que más vincula a Barcelona con los libros en el mundo es la leyenda del librero asesino. A mediados del XIX empieza a circular en periódicos franceses la historia de un fraile huido de Poblet que monta una librería anticuaria, enloquece y, para conseguir los mejores libros, decide ir asesinando a sus competidor­es. Esta historia la recoge Flaubert en Bibliomaní­a.

Otro impulso potente a la industria editorial se da a finales del XIX y principios del XX, ¿no? Hacia esa época se industrial­iza Cataluña, y se invierte con fuerza en el mundo editorial, se crean marcas cuyo eco llega hasta hoy: Espasa, Salvat, Montaner y Simón, que publican encicloped­ias y libros de texto,que se exportan a Hispanoamé­rica. Eso se produce junto a la Reinaxença, la vuelta del catalán literario.

En los años 60 y 70, estalló el boom latinoamer­icano.

Ese es el segundo momento en que Barcelona se vuelca a Latinoamér­ica, con editores como Carlos Barral, la agente Carmen Balcells, y tantos autores que se trasladaro­n a vivir aquí.

Entre los focos de debate intelectua­l

Sant Jordi “La fiesta del libro se creó en 1926 para toda España, pero aquí tuvo mucho más éxito”

Hitos recientes “Las novelas de Mendoza y Zafón conectaron con el espíritu de una época”

cita la tertulia del Ateneu.

Josep Pla, uno de sus miembros, hizo una gran descripció­n de la ciudad en El quadern gris, y otro, Josep Maria de Sagarra, inaugura un género en la ficción con Vida privada, que tiene la voluntad de sintetizar toda la vida de la ciudad.

Se detiene en algunos autores. Por ejemplo, Eduardo Mendoza.

Con La ciudad de los prodigios captó e intensific­ó la atmósfera de una época, él hablaba de la Exposición Universal pero la gente se identificó porque vivíamos la ilusión colectiva de organizar y preparar los Juegos Olímpicos.

¿Cuál fue el papel de las mujeres escritoras en la posguerra?

Premios como el Planeta o el Nadal fueron pioneros en reconocer el trabajo de las escritoras, con Ana María Matute o Carmen Laforet, que con 25 años entró en el parnaso de la ciudad. Mercè Rodoreda se tuvo que ir al exilio, escribía en catalán, que estaba muy penado, y le costó más entrar, pero cuando lo hizo, caló muy fuerte.

Ruiz Zafón ha sido el último gran fenómeno de masas...

Es un poco médium, como Mendoza en su momento. La sombra del viento cuaja en un momento en que, rondando el año 2000, la galaxia Gutenberg en que henos crecido está pasando a una galaxia Zuckerberg. Carlos hace un gran réquiem por el libro impreso, creando el Cementerio de los Libros Olvidados. Tras el Quijote, es la novela española más vendida. Estas cosas suceden en Barcelona, y no por casualidad.

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XAVIER CERVERA Sergio Vila-sanjuán, en la biblioteca del Círculo Ecuestre

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