Los robots sociales plantan cara a la brecha digital
Un humanoide ofrece compañía y vela por la salud de personas mayores que viven solas en Barcelona
La incorporación de un robot en el hogar de ancianos que viven solos para que les haga compañía y les recuerde la hora de la pastilla ya es una realidad en Barcelona y ha funcionado mejor de lo que se esperaba. Tanto, que los responsables del proyecto han desarrollado una versión 2.0 en menos de un año con una apariencia más funcional pero menos entrañable para evitar que los usuarios le acaben cogiendo más cariño al robot que al nieto.
El humanoide, que sale de fábrica con el nombre de Ari (Asistente Robótico Inteligente) acabará llamándose como cada uno quiera en el centenar de domicilios a los que llegará durante los próximos tres años. La intención del Ayuntamiento y la Mobile World Capital es integrarlo en la cartera de servicios sociales a medio plazo.
A casa de Álvaro Posada ya ha llegado y se entienden a la perfección. “Si se le puede tener cariño a la olla de barro en la que haces los garbanzos, también se le puede tener a un robot”, explica tras demostrar en el salón Smart City Expo World Congress como interactúa con él cada mañana. Le pregunta cómo se encuentra, le recuerda el aniversario de un familiar y, lo que más le gusta a Álvaro, le pone música cada vez que se lo pide. También le puede leer las últimas noticias de la web de La
Vanguardia.
Todo ello lo hace mientras se mueve sigilosamente por la vivienda con sus 12 kilos de peso y su metro de alto, buscando al humano con el que convive con cierta regularidad para confirmar que se encuentra bien. Si detecta algún problema, se puede activar la cámara y el control remoto desde el teléfono de algún familiar o personal de servicios sociales para que contacten directamente con él. Esa es la principal función que le da sentido a todo el proyecto, ya que puede ayudar a detectar con rapidez situaciones de urgencia como una caída u otro problema.
La robótica es una de las soluciones a un problema que va más allá de los mayores, la brecha digital, que también afecta a las personas sin recursos económicos para disponer de internet o a las que no tienen formación para utilizarla correctamente. Se intuía, pero la pandemia lo hizo más evidente que nunca: l’hospitalet de Llobregat sangra por esta brecha. Lo sufrieron, por ejemplo, cuando las clases se hicieron por internet.
Tras poner algunas tiritas en forma de routers y tablets, el Ayuntamiento de la segunda ciudad de Catalunya está confeccionando un plan a largo plazo para curar la herida. No lo está haciendo solo, sino que ha tejido una alianza con la Mobile World Capital y la Escuela de Organización Industrial, dependiente del ministerio de Industria. Ayer, en el salón, se rubricaron los convenios de colaboración.
A principios del año que viene 400 jóvenes que se han quedado fuera del sistema educativo arrancarán sus clases en competencias digitales. Su formación se está consensuando con el tejido productivo de l’hospitalet para que tengan más oportunidades de encontrar trabajo.
Otros de los primeros pasos del proyecto, apodado l’hospitalet 6.0, será la creación de un equipamiento de referencia en el barrio de La Florida con herramientas para formar a mayores y jóvenes. Un conocimiento que también llegará a los institutos, donde se impartirán talleres, por ejemplo, contra la desinformación. La iniciativa nace con una inversión de 1,2 millones de euros, con perspectivas de ir creciendo.
L’hospitalet formará en competencias digitales a 400 jóvenes que se han quedado fuera del sistema