La Vanguardia

Navidad antes del ‘black friday’

- Julià Guillamon

El día de Todos los Santos fui al cementerio. El año pasado, que fue el primer Todos los Santos que pasé en el pueblo, encontré allí a unos conocidos, Quico Batlle y Matilde Julià, que en lugar de llevar a sus muertos un ramo de floristerí­a, les llevaban un bote con flores secas de espernalla­c (manzanille­ra) y hierba de San Juan, para la madre de Matilde, un bote de virutas para el padre, que era carpintero, y unas ramas de encina para el abuelo de Quico, fabricante de flabiols. Me gustó tanto la idea que quise copiarla y llevarle un ramo de esos a Lourdes Ferrer. Era una mujer mayor que, cuando era chico, lavaba platos y montaba habitacion­es en el hostal de mi madre. Había crecido en el campo, sentía pasión por las setas y era una gran buscadora. Algunas veces me llevaba con ella y fue gracias a Lourdes que empecé a conocer y a querer el bosque. Pensé en llevarle un platito con pinencs de esos que son como un botón, que se conservan en aceite y vinagre.nos había traído veces. Aderezados con sal y pimienta y con un buen salchichón son un aperitivo insuperabl­e. Pinencs es la manera como llamamos aquí a los rovellons y pinetells, sin distinguir a unos de otros. Como no se encontraba­n setas, le preparé un ramo con un brote de encina y una rama de pino, atados con un cordel blanco, sencillo.

Me fijé en unas mimosas que crecen junto a la tapia del cementerio y vi que empezaban a formarse las flores. Solo pensamos en la mimosa en lo más crudo del invierno, porque anuncia escandalos­amente la primavera. Pero ahora veo que la cosa viene de lejos. La mimosa es como el Ayuntamien­to de Barcelona, que, mientras la gente todavía está tomando el sol en la playa, ya coloca hileras de luces navideñas y aquellas lámparas montadas con tubos de leds que otorgan al paseo de Gràcia la apariencia de un gran salón aristocrát­ico y que son mucho más de izquierdas que la estrella de Oriente. La mimosa es como yo que desde antes del black friday ya estoy pensando en el belén.

Josep Pla, que tenía alma de astrónomo, dedica muchas páginas de Les hores (1953) a solsticios y equinoccio­s, pero las plantas no tengo claro que quieran seguir el toque de pito de las estaciones. De las ramas del madroño penden las campanilla­s que serán las cerezas del próximo año y, por los suelos, las cerezas picadas por los pájaros, se mezclan con estas campanitas de cera, en unas alfombras más voluptuosa­s y excitantes que las alfombras de Corpus. Hace muchos días que vi en una rama de avellano la primera idea de una flor, que será avellana en torno a Santa Magdalena, el 22 de julio. Todos identifica­mos el otoño con las hojas tostadas, rojizas, fatigadas y colonizada­s por los hongos, pero también es el momento de las plantas de un verde sensual, espeso, que crecen arrastrand­o y que, cuando empiece a largar un poco el día (tiene razón el señor Pla) se espigarán y florecerán: gordolobos, celidonias, aliarias y lechugas silvestres. Mientras, disfruten del black friday.

De las ramas del madroño penden las campanilla­s que serán las cerezas del próximo año

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