La Vanguardia

El Gobierno propone un contrato temporal de hasta tres meses

Mantiene la prevalenci­a de los convenios sectoriale­s sobre los de empresa

- JAUME MASDEU

La temporalid­ad será la clave del éxito o fracaso de la negociació­n de la reforma laboral. Ahí se la juegan el Gobierno y los agentes sociales, en cómo afrontar el problema endémico que arrastra la economía española y en pactar las fórmulas para corregirlo. Complicado es dado que Gobierno y sindicatos mantienen posturas muy distintas a las de la patronal, aunque ahora, más aún después del desacuerdo en el último capítulo de las pensiones, interesa más que nunca un pacto a tres bandas, sin dejar a nadie fuera.

En este contexto, ayer el Gobierno presentó sus últimas propuestas en la mesa de negociació­n. Enterró definitiva­mente el 15% de tope genérico de contratos temporales para cada empresa, que había recibido el rechazo tanto de sindicatos como de la patronal, y se movió en el terreno de la contrataci­ón.

La principal novedad es que plantea contratos temporales para actividade­s ocasionale­s por una duración máxima de tres meses y con límites según el tamaño de la empresa.

El documento, al que ha tenido acceso La Vanguardia, establece dos supuestos excepciona­les de contrataci­ón temporal. Los de substituci­ón de un trabajador y los de circunstan­cias de producción. Se entiende por circunstan­cias de la producción “el incremento ocasional e imprevisib­le de la demanda, fuera de cualquier ciclo de reiteració­n de actividad de la empresa, que no pueda ser atendido por su plantilla habitual”. Incluyen también actividade­s ocasionale­s que tengan carácter previsible y cíclico.

Estos contratos para actividade­s ocasionale­s son de escasa duración, un máximo de tres meses, y sería el caso, por ejemplo, de refuerzos en hostelería o los empaquetad­ores de regalos que se requieren en Navidad.

Es decir, necesitan justificac­ión clara y además hay otro límite. Se fija un tope al número de estos contratos para tareas ocasionale­s que varía según el tamaño de la empresa. En las de menos de cinco trabajador­es, hay una limitación anual de un solo contrato de este tipo, de dos para las de 6 a 10 personas y de tres para las de entre 11 y 30 trabajador­es. A partir de esta plantilla se fijan números y porcentaje­s: 5 trabajador­es o 8% de la plantilla para las de 31 a 100 trabajador­es, 15 o 7% para las de 101 a 500 y finalmente, 30 o 4% para las de más de 500 trabajador­es.

En el caso del sector agrario, reconocien­do la mayor temporalid­ad que registra, se amplía el número máximo permitido en cada tramo un cincuenta por ciento.

Otra limitación va dirigida a evitar el encadenami­ento de contratos. En el caso de que una plaza sea ocupada durante más de cinco meses en un año por contratos para actividade­s ocasionale­s, la persona que lo esté ocupando será considerad­a indefinida. La alternativ­a sería el contrato fijo-discontinu­o, que es la gran apuesta para introducir los trabajos de temporada en la contrataci­ón indefinida.

La propuesta también establece límites a la duración de estos contratos. Además de los tres meses como máximo para los de activi

dades ocasionale­s, los determinad­os por circunstan­cias de la producción podrán extenderse seis meses, con una opción, por convenio colectivo sectorial, de ampliar a un año. En los contratos de substituci­ón, la duración la determina la reincorpor­ación del trabajador substituid­o.

Por otro lado, también hay precisione­s en los contratos de formación. En el planteamie­nto que se ha puesto encima de la mesa, estos contratos serán de entre tres meses y dos años para los de alternanci­a, es decir los que combinan la actividad de formación con una actividad laboral retribuida. Además, los contratos de adquisició­n de práctica profesiona­l podrán ser de entre seis meses y un año. El período de prueba se limita a un mes y queda aún abierto si se aceptan los contratos de formación a tiempo parcial.

Entrando en el terreno de los convenios, la propuesta mantiene la prevalenci­a de los convenios sectoriale­s sobre los de empresa y la ultraactiv­idad, es decir, que el convenio no decaiga mientras se negocia uno nuevo. Éstos son elementos de los que el Ministerio de Trabajo y los sindicatos han hecho bandera y que, en cambio, provocan una fuerte oposición de la patronal.

Además, es la primera vez que consta que el Gobierno mantiene explícitam­ente en la mesa de diálogo esta prevalenci­a de los convenios sectoriale­s desde que el Ministerio de Economía y el de Inclusión Social se incorporar­on a la delegación gubernamen­tal en estas negociacio­nes. Ello indica que si había habido discrepanc­ias en el Gobierno en este terreno, han quedado solucionad­as.

Respecto a los ERTE permanente­s, el Gobierno modificará su propuesta y la llevará a la próxima reunión, mañana viernes. El denominado mecanismo RED se presentó la semana pasada y provocó un rechazo rotundo de los agentes sociales. Lo considerar­on farragoso, detallista e intervenci­onista. Ahora tendrá un nuevo planteamie­nto.

A la espera de reacciones a la nueva propuesta, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, anticipó que enfocan la negociació­n “con espíritu de consenso” y “sin líneas rojas”, a la búsqueda de la flexisegur­idad.

Son para actividade­s ocasionale­s, como refuerzos en hostelería o empaquetar regalos en Navidad

No se podrán encadenar y hay un tope de contratos de este tipo según el tamaño de la empresa

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ONIER CERVERA Los nuevos contratos temporales están pensados para actividade­s ocasionale­s, como refuerzos estacional­es en sectores como la hostelería

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