Etíope universal
“Etiopía es un país culturalmente muy rico que ha contribuido mucho al desarrollo de la música moderna en el mundo”. Lo dice Mulatu Astatke, el padre del ethio-jazz, una excitante mezcla de jazz moderno, música etíope tradicional, ritmos latinos y afro-funk. Tras ser el primer africano en graduarse en la prestigiosa Berklee School of Music, este vibrafonista, percusionista y compositor desarrolló su sonido único e inconfundible en Estados Unidos a mediados de los años sesenta, donde llegó a tocar con Duke Ellington.
Ya en el nuevo milenio, Mulatu Astatke revitalizó su popularidad gracias a la música del film de Jim Jarmusch Broken flowers (2005). Desde entonces, el creador del ethiojazz se ha erigido en una artista de culto entre las nuevas generaciones, convirtiendo sus conciertos en una fiesta con clara invitación al baile.
Con todo el pescado vendido de antemano, y en una sala Apolo repleta de entusiastas seguidores, Mulatu compareció al frente de su octeto, en un concierto que se inició con casi media hora de retraso debido a la exigencia del pasaporte Covid. Un público que no tardó en estallar de júbilo cuando el músico etíope y su grupo formado mayormente por músicos británicos abordaron Yekermo Sew, el más emblemático de los temas que formaron parte de la banda sonora de Broken flowers. Una composición fascinante, introducida al vibráfono por Mulatu, y donde la armonía del saxo tenor de James Arben y de la trompeta de Byron Wallen reemplaza e imita el tradicional estilo melódico de la canción etíope.
El fuerte aparato percusivo del grupo, formado por Richard Olatunde Baker a las congas, un batería y con Mulatu turnándose al vibráfono, las congas y las timbalas, causó sensación en la extensa suite Chik Chikka, que contó asimismo con el original trabajo del violoncelista Danny Keane. Entre otras gemas, para pillar pan y mojar, cabe destacar Motherland, una emotiva balada jazzística adornada con el precioso solo de trompeta de Wallen, por no hablar de un demoledor The way to nice, que convirtió la sala en coro multitudinario y pista de baile bajo los efectos del canto africano del desatado percusionista Olatunde.
A punto de cumplir 79 años, un Mulatu Astatke en plena forma volvió a demostrar con un magnífico concierto la vigencia universal del ethiojazz.c