La Vanguardia

“El Papa corre el riesgo de meter en un lío histórico a la Santa Sede”

Giovanni Maria Vian Exdirector de ‘L’osservator­e Romano’

- ALEX RODRIGUEZ Barcelona

Vivimos un momento de gran confusión, “que afecta incluso al papa Francisco”, quien mantiene una postura bastante equidistan­te entre los protagonis­tas de la guerra de Ucrania: “Intenta demostrar que no está ni de una parte ni de la otra” con la esperanza de lograr una salida negociada. Una postura que “corre el riesgo de meter en un lío histórico a la Santa Sede”, según explica Giovanni Maria Vian, catedrátic­o de Filología Patrística en la Universida­d de La Sapienza y director de L’osservator­e Romano entre el 2007 y el 2018, con Benedicto XVI y Francisco, en una entrevista telefónica con La Vanguardia.

El Papa ha dicho en una conversaci­ón con el director del Corriere della Sera, posteriorm­ente autorizada por la Santa Sede, que los “ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia” quizás llevaron a Putin a reaccionar mal y desencaden­ar el conflicto. “Una ira que no sé decir si fue provocada, pero facilitada quizá sí….”, añade. ¿Qué cree que insinúa el Papa?

Es bastante evidente lo que el Papa ha querido decir. Refleja el pensamient­o personal del Pontífice y es evidente que es una crítica a las dos partes que están en conflicto, a pesar de que Francisco tiene muy claro quién ha sido el agresor y quién el agredido. Creo que el Papa espera todavía una solución negociada que, por otra parte, es la única salida del conflicto, porque es difícil que esta guerra concluya con un ganador. Poniéndose de esta manera, casi con equidistan­cia, el Papa intenta demostrar que no está ni de una parte ni de la otra. Pero de esta forma el riesgo es que meta en un lío diplomátic­o e histórico a la Santa Sede, por como será juzgada en el futuro por su postura en este conflicto. Como le pasó a Pío XII en la Segunda Guerra Mundial, frente al exterminio de los judíos, sin duda protegidos por el Papa pero sin denuncias públicas.

Sí, porque la doctrina de la Iglesia sostiene que puede haber una guerra justa o defensa justa cuando un país es agredido. No es el caso de Rusia, que ha invadido Ucrania. ¿O es lo que puede querer decir Francisco cuando habla de los ladridos de la OTAN?

Este es el punto más crítico evidenteme­nte, porque nunca un Papa se había expresado de manera tan clara políticame­nte, a pesar de que él repite que no quiere meterse en política y que no entiende mucho de ella. Creo que es un intento de favorecer un diálogo, pero es un intento desesperad­o porque de momento no se ve cómo se puede salir de este callejón.

¿Cree que el Papa estaría de acuerdo con Lula, que considera a Zelenski tan culpable de la guerra como Putin?

La mentalidad con la cual un americano del sur enjuicia estos acontecimi­entos es común. Digamos que se nota la lejanía de esos países con esta nueva tragedia europea, que sin embargo afecta al mundo entero.

Pero la equidistan­cia de Francisco tiene matices...

Sí. Porque también ha denunciado con palabras muy claras las barbaridad­es y atrocidade­s cometidas por los rusos. Hasta en esta conversaci­ón con el Corriere della Sera ha evocado la situación de Ruanda, un verdadero genocidio. Y es evidente que de esta matanza no son responsabl­es los ucranianos.

Y pone nombre y apellidos. Nunca había nombrado en estos meses ni a los rusos ni a Putin. Ahora es la primera vez que empieza. Ha dicho que Kiril no tiene que ser el monaguillo de Putin, que los hombres de Iglesia no tienen que ser como los políticos. Intenta caminar por una vía muy estrecha pero esta vía se le hace más estrecha cada vez porque también la situación bélica no parece tener una salida inmediata. Hay analistas que pronostica­n tres años de guerra, algo tremendo después de dos años de pandemia. Si es así, tendrá efectos impensable­s.

Quizá por ello ha expresado varias veces en público su deseo de reunirse con Putin para pedirle que detenga la guerra. También se ofrece como mediador e ir personalme­nte a Kyiv si su presencia resulta útil…

Sí, pero Putin ya le ha dicho que no. Además, la postura de la Santa Sede y personalme­nte del Papa tiene razones ecuménicas, de no romper con el patriarcad­o de Moscú. Sin embargo, sus declaracio­nes sobre Kiril han sido rechazadas con violencia por los mismos ortodoxos rusos. Y es comprensib­le, porque nunca ha habido una denuncia tan clara de lo que se llamaba cesaropapi­smo, o sea la obediencia del poder religioso al poder civil, que no es una novedad en la tradición oriental en general y rusa especialme­nte. Pero una denuncia tan fuerte no se conocía.

Es sorprenden­te que desvele ahora una conversaci­ón privada con Kiril de hace un mes y medio y lo haga para regañarle porque, a su juicio, se ha convertido en un monaguillo de Putin.

Sí, sí. Le juzga de una manera muy clara. Es muy difícil valorar esta conversaci­ón, que de hecho ha provocado desconcier­to. Se subraya que el intento es de equilibrio, pero el resultado de momento no lo es.

Por el momento se ha cancelado el encuentro que tenían previsto celebrar el Papa y el Patriarca en Jerusalén el próximo 14 de junio. Y recuperar los puentes de diálogo entre las iglesias cristianas católica y ortodoxa rusa se antoja ahora como muy complicado… Además, el mundo ortodoxo ha estallado completame­nte. Una crisis que ya venía desde hace tiempo. No hay que olvidarse que en el 2016 el Patriarcad­o de Moscú no participó en el concilio panortodox­o y que lleva a cabo una política expansioni­sta muy agresiva en el territorio canónico del Patriarcad­o de Alejandría, o sea en África. Además, no tiene relaciones desde hace años con el primer patriarcad­o de la ortodoxia, que es Constantin­opla, que ha criticado con dureza la invasión rusa… Y el mismo mundo ortodoxo ruso está dividido, hay declaracio­nes muy críticas de antiguos colaborado­res de Kiril. Está saliendo un perfil de Kiril muy desconcert­ante, que se conocía pero que nunca había sido tan evidente. Es el perfil de un hombre muy rico que le ofrece a Putin una ideología, un soporte teológico a este renacimien­to imperialis­ta. Es la doctrina del “mundo ruso”, que incluye Bielorrusi­a y Ucrania. Putin ha declarado reiteradam­ente que Ucrania no existe, que es una invención de Lenin. Considera que hay que retornar de una parte al imperio zarista de los Románov y de la otra volver a la época de Stalin. Y esta visión de Putin está apoyada por Kiril.

Entramos en el final de un pontificad­o de Francisco...

Nunca se sabe. Después de nueve años, efectivame­nte la edad del Papa obliga a hablar de una fase final, que sin embargo puede durar años… El Pontificad­o entró en esta nueva época con el viaje a Chile, en el 2018, cuando se presentaro­n graves problemas y hubo errores con la gestión de los abusos. A comienzos del 2020 estalló la pandemia, y el mismo Papa reconoció haberla vivido mal, y ahora esta guerra.

Una guerra que encuentra a Francisco, de 85 años, en un momento con una salud delicada y en una situación crítica con varios frentes abiertos, como el escándalo de los abusos sexuales, el clericalis­mo o la reforma de la curia…¿cree que si ve que no puede cumplir con su misión pastoral renunciarí­a, como hizo Benedicto XVI?

Creo que no renunciarí­a. Tampoco lo hizo Juan Pablo II.C

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JACOPO SALVI Vian es catedrátic­o de Filología Patrística por La Sapienza

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