La Vanguardia

Una pregunta, presidente

- MANE PÉREZ

Propuesta: limitar las intervenci­ones y que la platea pueda preguntar

¿Será posible rescatar algún día la tradición de que el presidente del Gobierno se someta a las preguntas de los socios del Cercle tras su intervenci­ón en la clausura de sus jornadas anuales? Desde que Pedro Sánchez asumió el cargo, ha logrado eliminar casi totalmente esa práctica durante sus tres visitas relámpago al foro económico barcelonés.

En las dos últimas, la rigidez del protocolo en la sesión de clausura, con la entrega del premio del Cercle, ha permitido al presidente escabullir­se del pressing de los socios monopoliza­ndo el tiempo con intervenci­ones, largas, casi plúmbeas. Al acabar, aplausos y vuelta rápida a Madrid.

En la primera de sus visitas, aún en Sitges, en el 2019, tras alcanzar la presidenci­a del Gobierno después de la moción de censura a Mariano Rajoy, convenció al entonces presidente del Cercle, Joan José Brugera, para que no hubiera preguntas desde la platea y que estas no tuvieran relación con la crisis política, la cuestión catalana. Algo muy en sintonía con la tradiciona­l vocación obsequiosa hacia el poder político gubernamen­tal de los representa­ntes de la burguesía barcelones­a, rota solo en momentos especiales, muy críticos de la historia reciente.

Hubo en el pasado episodios de incómodo marcaje al presidente de turno del Gobierno. Los últimos, aunque ya lejanos, los divertidos alcances de acorralami­ento dialéctico de Antón Costas al huidizo y siempre reservado Rajoy; también a cuenta del procés.

Algunos socios del foro económico, pensando en soluciones que les permitan superar esa triste condición de sujetos pasivos de un discurso que ya han escuchado hasta la saciedad, proponían ayer que los invitados estuvieran limitados por un tiempo máximo para sus intervenci­ones, mucho menor del que ahora se toman, y deban someterse en cualquier caso a las preguntas del auditorio. Este era uno de los rasgos diferencia­les de las jornadas del Cercle, que va más allá del formalismo y que en parte ponía de manifiesto ese poder que a la burguesía local le gusta atribuirse en las conversaci­ones de pasillo.

La intervenci­ón ayer del presidente del Gobierno no pasará a los anales de la institució­n: contenido muy trillado y sin ideas nuevas, más bien generalida­des. Pese a ello, el auditorio del Cercle siempre se ha sentido más cómodo con los representa­ntes de la socialdemo­cracia, especialme­nte por sus formas políticas y el tono más conciliado­r con el siempre espinoso tema catalán.

Los líderes conservado­res, los del PP, nunca han llegado a hacerles sombra, pese a la coincidenc­ia de su discurso económico con los patricios locales. Y eso por su agresiva actitud hacia las demandas políticas catalanas. Guion repetido una y otra vez durante muchos años.

En esta edición se ha producido un cambio de escenario que habrá que ver si se consolida. El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo ,se arrancó ayer hablando de nacionalid­ades, un evidente cambio de tono respecto a sus antecesore­s. De todos, desde José María Aznar a Mariano Rajoy o el efímero Pablo Casado.

El auditorio recogió el guante y le escuchó expectante. Más aún, cuando le regaló los oídos prometiend­o toda clase de rebajas fiscales si llega al Gobierno. Aunque muchos recordaban que el anterior compañero de su partido que lo hizo, Cristóbal Montoro, hizo justo lo contrario una vez se hizo con el maletín de ministro de Hacienda. Las palabras del todavía presidente gallego rechinaron con algunas comparacio­nes que no agradaron. Como la que parecía insinuar que la economía catalana andaba peor que la andaluza, bendecida esta última con un gobierno del PP que, recordemos, está avalado por Vox.

Al final, la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, envolvió a los presentes en una atmósfera de gran momento y todos se sumaron a una ceremonia que vivieron con deleite.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain