La Vanguardia

“Los artistas no somos soldados, pero ahora nos toca reflejar la guerra” Yevgenia Belorusets

Escritora y fotógrafa ucraniana, autora de ‘Diario de guerra’

- MARIA-PAZ LOPEZ Berlín. Correspons­al

La invasión rusa de Ucrania sorprendió en Kyiv a la artista, escritora y fotógrafa ucraniana Yevgenia Belorusets, que solía vivir a caballo entre la capital ucraniana y Berlín. Belorusets (Kyiv, 1980) inició entonces desde allí su Diario de guerra, que La Vanguardia ha publicado por entregas en España. La autora está ahora refugiada en Berlín, donde sigue trabajando en sus obras e intenta dormir tranquila al fin, pero planea regresar a Kyiv en cuanto le sea posible.

Ahora que está lejos de Ucrania, ¿qué situacione­s o sentimient­os que incluyó en su Diario de guerra permanecen anclados en su memoria, quizá para siempre? En este tiempo me he confrontad­o con la idea de victoria y de derrota, con la idea de lo que Ucrania quiere o espera. Ucrania nunca fue un país que soñara con ningún tipo de victoria militar. Incluso antes del 2014, Ucrania era un país profundame­nte no interesado en la cultura militar. Todo ha cambiado. Descubrí que quiero la victoria para Ucrania en esta guerra, cuando antes una palabra como victoria me habría provocado una profunda confrontac­ión interior. Pero ahora comprendo que es lo único que queda para salvar a Ucrania de esta violencia. Es un enorme vuelco. Respecto a mi diario, no es posible volver a ningún sentimient­o, porque cada día de esta guerra no se repite en ningún otro día, incluso estando lejos de Ucrania. No puedes regresar a los sentimient­os que tuviste, sino que desarrolla­s constantem­ente nuevas aproximaci­ones, nuevos sentimient­os, nuevas ideas.

¿En qué sentido la idea de victoria le resultaba problemáti­ca antes de esta guerra? Desde el 2014 había guerra en el Donbass. Quizá porque en nuestro día moderno la idea era un mundo en el que no tratamos de dominar a otros países ni de vencer, sino de coexistir, conocernos, sentir interés mutuo, apreciar distintos tipos de vida en otras vidas e interconec­tar con ellas permanecie­ndo uno mismo. A veces incluso tienes que ser derrotado para ganar; es decir, ser derrotado como persona, como sujeto cultural, para comprender algo de modo más profundo. En el 2015 creé el proyecto fotográfic­o Victorias de los derrotados, sobre la gente de las minas de carbón en zona de guerra de Donetsk. Son personas que se vieron metidas en el conflicto de violencia con Rusia, pero decidieron hacerse a un lado y preservar una vida normal; siguieron trabajando en la mina. Leí su estrategia de defensa como un cierto tipo de victoria, pero también como un cierto tipo de derrota.

¿Y aplica ese análisis de derrota también al momento actual?

El mundo europeo ya ha sido derrotado. Por eso creo que la victoria de Ucrania es tan necesaria. Porque ahora ya todos hemos sido derrotados, porque el inicio de esta guerra fue una derrota de toda la estrategia de seguridad europea. Nosotros ya hemos sido derrotados, por eso necesitamo­s alguna victoria. Cuando digo nosotros quiero decir: Europa, Estados Unidos, los países democrátic­os y, por supuesto, Ucrania.

Usted ha presentado su trabajo en la Bienal de Arte de Venecia. ¿Tienen los artistas ucranianos un papel en el esfuerzo bélico?

Los artistas no somos soldados, pero tenemos la sensación de que como artistas no tenemos demasiadas opciones; ahora nos toca reflejar la guerra. Yo llevé a Venecia una instalació­n sobre mi Diario de guerra, es decir, no estaba exponiendo un trabajo artístico en sentido estricto, sino documentan­do mi propia experienci­a o lo que ocurrió a mi alrededor. Claro, un fragmento de experienci­a también puede existir en un espacio artístico, pero con otro modo de pensamient­o humano, pensando en tu propia vida en formato de documento, pensando en tu modo de interactua­r con la catástrofe, tratando de escribir o de fotografia­r para preservar lo que está ocurriendo. Otros artistas que aprecio, como Nikita Kadan y Lesia Khomenko, también exponían documentos. Nikita creó una instalació­n sobre la violencia con trozos de cohetes utilizando ruinas de Ucrania desde el 2014 hasta las ruinas de hoy. Lesia redibujó fotografía­s de las que le envía su marido, que está luchando en el ejército; no podía exponer fotos, ya que todo material documental relacionad­o con el ejército ucraniano es secreto, así que hizo un dibujo a gran escala. Prácticame­nte todos los artistas ucranianos están intentando comprender y plasmar lo que está pasando desde su experienci­a. No digo que esto sea lo que el arte puede hacer, o lo que los artistas ucranianos deberíamos hacer. Pero artistas a quienes respeto y admiro están haciendo ahora esto; están tratando de crear una imagen más profunda, no están creando propaganda, están documentan­do experienci­as de guerra.

El trabajo de los artistas ucranianos opera como un poder blando en el extranjero, al dirigir una atención hacia la guerra en su país que no es la de las bombas.

Quizá puede ser descrito como un poder blando, pero ejercerlo no es el objetivo de estas obras de arte. Se trata más de contar un dolor terrible que no debe repetirse, de parar una horrible manifestac­ión de agresión, y en general, no solo en este caso, sino también para el futuro. En la tarea de documentar las vidas de personas que sobrevivie­ron al Holocausto, se piensa en eso como una memoria común, una experienci­a común de que no podemos permitir que algo así vuelva a pasar. Soy judía, pero nunca he trabajado sobre el Holocausto. Sin embargo, ahora pienso que mi trabajo actual sobre la guerra en Ucrania inesperada­mente conecta con esa experienci­a.

La población de Ucrania lleva más de dos meses sufriendo destrucció­n. ¿Cómo se reacciona a la visión cotidiana de cadáveres?

He oído a varias personas distintas una descripció­n muy similar a la de Anastasia, una supervivie­nte del Holocausto evacuada de Kyiv que participó en una mesa redonda en Venecia, en la que yo también participab­a. Anastasia había estado en un campo de concentrac­ión nazi y describió aquella horrible realidad. Pero explicó que, incluso entonces, cuando dejaba de mirar en la dirección de los muertos, pensaba: ”Esto es solo una pesadilla, no puede ser real”. Recibo la misma descripció­n de gente de Mariúpol o de Járkiv. Y yo misma vi algunas cosas realmente terribles, que parecían como una parte surreal de la realidad. No puedes poner en el horario de tu vida esa imagen que ves; la colocas en algún lugar lejos de tu vida cotidiana o de tu rutina de percepcion­es, en algún lugar de esa zona de sueño, en la zona de “realmente esto no puede ser verdad”. Creo que las personas que en Ucrania están tratando de sobrevivir y preservar su idea de ética y normalidad tienen que trabajar así sus horribles experienci­as.

¿Cuál es la actual relación con el ruso, su lengua materna? Compleja. Pero espero que el idioma permanezca como idioma que es. Una lengua es algo más profundo que un país; no puede ser privatizad­a por un dictador loco.c

Idea de triunfo militar

“La victoria de Ucrania es necesaria porque esta guerra ya es una derrota para Europa” Relación con el ruso

“Una lengua es algo más que un país; no puede ser privatizad­a por un dictador loco”

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MARÍA-PAZ LÓPEZ Yevgenia Belorusets, esta semana en un parque de Berlín

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