Macron promete ayudar a Ucrania en su reinvestidura como presidente
El líder francés anuncia un acento ecológico y social para su segundo mandato
La guerra de Ucrania, a tres horas de avión de París, flotó ayer en el ambiente de la solemne pero sobria ceremonia del Elíseo en la que Emmanuel Macron fue investido, por segunda vez, presidente de la República Francesa.
En su breve discurso, de apenas diez minutos, Macron empezó por admitir que “la conciencia sobre la gravedad de los tiempos me acompaña”, y recordó “el retorno de la guerra a Europa”. De ahí que uno de sus objetivos será “evitar toda escalada después de
la agresión rusa de Ucrania” y “ayudar a que la democracia y el coraje triunfen”, señal inequívoca de que el apoyo de París a Kyiv continuará.
El jefe de Estado, que ganó un nuevo mandato de cinco años en las elecciones del pasado 24 de abril, destacó el significado de su victoria, el hecho de que los franceses escogieran “un proyecto claro y explícito, de futuro, republicano y europeo”, frente al “repliegue”, “la tentación nacionalista” y “la nostalgia del pasado”. Según él, sus compatriotas “han dado la espalda a las demagogias fáciles”. Fue evidente que se refería a su rival de extrema derecha,
Marine Le Pen, a quien no citó.
Además de mencionar la invasión rusa de Ucrania, Macron prometió “servir” al país como “un presidente nuevo” para “un mandato nuevo”, con la misión de lograr mejoras en la vida colectiva en todos los ámbitos, de la escuela a la sanidad, de la cohesión territorial al respeto del medio ambiente y el mundo agrícola. Su compromiso es legar “un planeta más habitable” a las generaciones futuras y una sociedad con menos desigualdades.
La intervención incluyó una retórica siempre grata a los oídos franceses. El país tiene la responsabilidad, como cuna de la Ilustración
y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, de seguir “inspirando al mundo”, dijo Macron. “Es en los tiempos difíciles cuando Francia revela lo mejor de nosotros mismos”, agregó.
La guerra de Ucrania, en un tono severo con Rusia, estuvo ya presente en las palabras introductorias de Laurent Fabius, ex primer ministro socialista y presidente del Consejo Constitucional, quien repitió los resultados electorales y proclamó oficialmente vencedor a Macron. Fabius evocó la “acumulación de crisis”, sociales, económicas, sanitarias y geopolíticas, del primer mandato. Citó a Victor Hugo con estas palabras: “En estos tiempos agitados, seamos servidores del derecho y esclavos del deber”.
A diferencia del arranque de su primer mandato, en el 2017, Macron optó por evitar el baño de masas con un desfile en los Campos Elíseos. Una fiesta callejera hubiera sido casi una provocación. Macron es consciente de que, pese a haber ganado, muchos franceses –más de la mitad del censo electoral– no están nada contentos con su elección, de ahí la alta abstención y los votos en blanco y nulos. Una parte de quienes lo apoyaron lo hicieron solo para frenar a Le Pen.
A la ceremonia en el palacio presidencial asistieron unos 450 invitados, entre ellos los dos exjefes
El jefe de Estado evita un baño de masas como en el 2017 y opta por una ceremonia sobria en el Elíseo
de Estado vivos, Nicolas Sarkozy y François Hollande, y numerosos exprimeros ministros, entre ellos Manuel Valls y Alain Juppé. No faltó el rito republicano de serle presentado a Macron el collar como gran maestro de la Orden de la Legión de Honor, tras lo cual firmó el documento oficial de la nueva investidura. También se dispararon las 21 salvas reglamentarias de cañón en la explanada de Los Inválidos.
Fue significativo que entre las tropas –menos de 200 efectivos, en total– a las que el presidente pasó revista en los jardines del Elíseo figuraran efectivos de un buque, con base en Brest, dotado de los radares necesarios para decidir la trayectoria de los misiles nucleares franceses disparados desde submarinos en caso de tener que repeler un ataque. Aunque el Elíseo lo negó, pudo tratarse de un mensaje indirecto a Moscú para que tenga en cuenta, cuando esgrime con frecuencia la amenaza atómica, que en Europa hay un país con capacidad de respuesta.
Fuentes de la presidencia se limitaron a constatar, antes del acto, que la disuasión nuclear “es una singularidad francesa que nos permite pesar en el concierto de las naciones”.
Tras oficializarse su continuidad en el Elíseo, a Macron le toca ahora escoger a un nuevo primer ministro y decidir cómo reparte las carteras del futuro gobierno para atender a las diversas sensibilidades de los partidos que forman la mayoría presidencial, ahora reunidos en la confederación, Ensemble! (¡Juntos!), y asegurarse la máxima armonía de cara a las elecciones legislativas del 12 y el 19 de junio, la siguiente cita de una primavera políticamente muy cargada.
En el discurso, insiste en que los electores franceses prefirieron un proyecto europeo al repliegue nacionalista