Barcelona celebra una primavera gastronómica
Es tiempo de aperturas y reaperturas, buena parte tras la estela del universo de Albert Adrià, centrado en el renovado Enigma, que vuelve en junio
¿Alguien pensaba que la montaña rusa de cierres forzados, aperturas, reajustes de aforo o de horarios que lo trastocó todo con la pandemia no dejaría huella en la restauración? Sin ir más lejos, ahí está la flexibilidad en la gestión de establecimientos en los que ahora nada se da por sentado: como, por ejemplo, que el restaurante al que queríamos ir el fin de semana abra el sábado por la noche; que se rijan por los horarios de antes; que en una casa vayamos a encontrar el numeroso equipo de cocina o de sala al que nos habíamos acostumbrado o que tengan la misma oferta para mediodía y para la noche. “La gente ha aprendido eficacia”, asegura Enric Rebordosa, propietario junto a Lito Baldovinos de La Confiteria.
Ambos emprendedores acaban de reabrir el emblemático Cafè del Centre, de 1873, en la calle Girona, que fue lugar de reunión de los ideólogos de la Barcelona olímpica. Lo han dejado estupendo y allí cocina ahora Víctor Ferrer, del vecino Betlem y hasta hace poco dueño también del Bicnic, que se llevó esta crisis. “Me gusta mirar adelante y disfrutar de poder hacer la cocina clásica que me atrae, y que encaja con el encanto de los bistrots. Y cuando haces lo que te gusta en el lugar que te gusta, todo fluye”.
Durante la pandemia se han bajado muchas persianas, pero también han abierto sin parar restaurantes, a menudo con nuevos propietarios que han optado por un nuevo modelo basado en hacer lo que podían o lo que más encajaba con el estilo de vida que buscan. Para Lito Baldovinos, “la pandemia también nos ha enseñado que en la vida hay prioridades. Y puede que una de ellas sea descansar o quedar con amigos un sábado”.
Es momento de adaptarse a una situación que ha ido cambiando. Y eso lo tiene claro Albert Adrià, alejado del día a día de un restaurante desde aquel cierre forzado en la primavera del 2020, que luego dio paso al final del grupo El Barri. La mayoría de los restaurantes que lo integraban están reabriendo estos días, llevados por profesionales que habían trabajado a su lado durante años, en una suerte de primavera en ebullición. Mientras, él calienta motores para la reapertura de su Enigma el 7 de junio y pronto también de una cafetería cerca de la Diagonal. “Hay que buscar la oferta y la manera de presentarla a una clientela que vive en tiempos postpandémicos”. Y en eso está, acompañado de un reducido equipo, acabando de pulir la doble propuesta para esa segunda vida de Enigma. “En cocina está casi todo inventado, pero en la puesta en escena hay un recorrido que queremos explorar”.
La semana pasada activó las reservas a través de la web y en apenas tres horas más de 500 personas trataron de hacerse con una de las mesas. A mediodía hará alta cocina sin recurrir a la fórmula del menú degustación, de la que se ha cansado como chef y como comensal. “La gente podrá pedir las distintas elaboraciones o dejarse aconsejar”, explica. “Será como si pusieras en una batidora Tickets, Enigma y 41º. Todo eso, acompañado de los emblemáticos cócteles de El Bulli”. Eso ocurrirá a mediodía. Luego habrá una oferta de tarde y primera hora de la noche en la que, en vez de cócteles que acompañarán elaboraciones, el protagonismo estará en los combinados, que se complementarán con pequeños bocados. “Ya no tengo ganas de acabar tardísimo y volver a casa de madrugada”.
Algunas de las creaciones del Tickets de los primeros tiempos, del 41º y también de El Bulli las ofrecen en el antiguo Tickets, convertido ahora en Teatro Kitchen&bar, propiedad de Manuel Lao, quien adquirió el grupo Iglesias y que sigue gestionado por los
Muchos de los locales que formaron parte de El Barri reabren estos días con chefs del entorno bulliniano