La Vanguardia

El inopinado regreso de Gabo a Barcelona

La flamante biblioteca García Márquez de la Verneda es una invitación a reconsider­ar la escala de la ciudad. A 20 minutos en metro del paseo de Gràcia, merece convertirs­e en un nuevo centro. El propio Gabo comparecer­á en forma de busto.

- Miquel Molina @miquelmoli­na / mmolina@lavanguard­ia.es

Cualquier aproximaci­ón a la figura de Gabriel García Márquez debe contemplar la posibilida­d de que irrumpa un factor inesperado: el realismo mágico, indisociab­le de la obra del Nobel colombiano. La biblioteca municipal Gabriel García Márquez, que se inaugurará el 28 de mayo en la Verneda, no será una excepción.

Nadie lo había previsto: ni los autores de este luminoso edificio con atmósfera nórdica (el estudio Suma Arquitectu­ra) ni los responsabl­es del Ayuntamien­to de Barcelona, una administra­ción con criterios estéticos muy rigurosos a la hora de admitir la instalació­n de obras de arte en el espacio público.

Pero el hecho es que la flamante biblioteca contará con un busto figurativo de Gabo, de 50 kilos, que esta semana ha viajado desde Colombia hasta la ciudad donde el Nobel residió entre 1967 y 1975. De hecho, su periplo aún no ha concluido. Después de aterrizar en El Prat, una serie de trámites burocrátic­os han retrasado la llegada de la obra a la biblioteca, que se espera que se produzca mañana lunes. La directora, Neus Castellano, bromeaba el jueves sugiriendo que “Gabo ha querido darse una última vuelta por su querida Barcelona antes de llegar a su morada definitiva”.

El contraste de estilos está asegurado, pero la obra del escultor Óscar Noriega ocupará un lugar digno en la biblioteca. La iniciativa del busto ha partido de la propia ciudad de Cartagena de Indias y de otras localidade­s próximas que constituye­n el universo literario de Gabo. Una comitiva formada por dieciocho personalid­ades desplazada­s desde el Caribe colombiano asistirá a la inauguraci­ón del día 28.

Sin duda, es un gesto que conferirá una dimensión literaria añadida a este equipamien­to cultural. Y será la evidencia de que la apertura de esta biblioteca abre un escenario propicio a estrechar la relación entre Barcelona y las ciudades literarias de Colombia.

Esta función de puente comenzará a ejercerla la biblioteca desde el minuto uno. Y no solo porque el grueso de sus libros vayan a ser de autores latinoamer­icanos (el martes, en una visita organizada, se pudo comprobar cómo los volúmenes de Gabo lucían ya en las estantería­s mientras en una caja a medio abrir se asomaba El hambre, de Martín Caparrós).

Será el festival de literatura latinoamer­icana Km América, organizado por Casa Amèrica Catalunya y Bibliotequ­es de Barcelona, el que empiece a definir la proyección latinoamer­icana de la biblioteca de la Verneda. Dirigido por el escritor Eduardo Ruiz Sosa, se desarrolla­rá entre el 16 y el 19 de junio. Este festival se suma al que con la misma temática organiza la librería del Raval Lata Peinada.

También los vecinos empiezan a ser consciente­s de que el edificio acristalad­o que ha brotado en su barrio, junto a la megacomisa­ría del Cuerpo Nacional de Policía, es un espacio a conquistar. El personal del equipamien­to cuenta divertido que hay personas que se cuelan entre las vallas de obra y se personan en el interior del edificio para pedir que les hagan ya el carnet de usuario. El éxito ciudadano parece asegurado.

La duda es saber cuánto tardará el resto de Barcelona en descubrir que la

Una comitiva del Caribe colombiano entregará al nuevo equipamien­to un busto del premio Nobel

biblioteca García Márquez no es solo un nuevo centro cultural de barrio, sino un equipamien­to de ciudad. Es decir, hasta qué punto será posible derribar el muro psicológic­o que confiere a esta zona del distrito barcelonés de Sant Martí la absurda condición de extrarradi­o.

La Biblioteca García Márquez está a solo 20 minutos de la plaza de Catalunya si se utiliza la línea 2 de metro. Es un poco menos de lo que se tarda en desplazars­e desde Times Square, uno de los centros simbólicos de Manhattan, hasta el Metropolit­an Museum, ubicado en Central Park. ¿Se le ocurriría a alguien pensar que ir hasta el Met supone viajar hasta los arrabales de la gran ciudad?

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ARCHIVO FAMILIAR ARCÍA BARCHA Gabo y su mujer, Mercedes Barcha, al año de su llegada a Barcelona
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