La Vanguardia

A salvo en la orilla

- POR LA ESCUADRA Santiago Segurola

Un explosivo remate de Jordi Alba aseguró el objetivo no confesado del Barça al principio de temporada. Jugará la próxima edición de la Liga de Campeones y aliviará algunos de sus muchos problemas económicos. También le conviene arreglar los futbolísti­cos. El equipo no acaba de cuajar, mezcla destellos con largas fases de inoperanci­a. Le falta unidad en el juego, que es un vaivén, como el de sus delanteros. Xavi utilizó a seis contra el Betis, un casting en toda regla.

El partido salió roto, de juego racheado, sin control, circunstan­cia que por lo general va en contra de los intereses del Barça, o del ideal que solía pretender un equipo al que disgustaba el caos. Los cartesiano­s prefieren las cosas en su sitio, nada de platos en la librería y libros en la lavadora.

Xavi creció en esa escuela futbolísti­ca, que era además la más convenient­e a sus cualidades. Con toda seguridad, pretende lo mismo como entrenador, pero varios de sus jugadores están cortados por otro patrón. Al Barça le cuesta horrores someter a los rivales, empotrarlo­s en su área y negarles el ida y vuelta. No lo consigue y se expone a partidos que caminan por el filo de la navaja.

Los defectos del equipo no logran tapar el sol. Alcanzar un puesto entre los cuatro primeros y si es posible el segundo,

El Barça jugará la Champions; de eso se trataba esta temporada, se diga lo que se diga

que concede plaza en la Supercopa y seis millones de euros, según las cuentas que hizo Piqué con Rubiales. Parecen objetivos menores para un club de la magnitud del Barça, pero la temporada nació de nalgas y la hinchada llegó a asustarse. Laporta, también. Despidió a Koeman y recurrió a Xavi, que ha atravesado por todos los estados posibles: sufrimient­o, optimismo y un cierto desencanto en los últimos partidos.

La profusión de delanteros en el viejo Heliópolis indica la inestabili­dad del equipo en las últimas fechas. No hace tanto, se concluyó que la delantera estaba escrita: Dembélé, Aubameyang y Ferran Torres. No está tan claro ahora, y menos aún con el incierto destino de Dembélé. Aunque parece que se va, le ocurre como con sus regates: nadie sabe por dónde puede salir.

Ingresaron Ansu Fati, Aubameyang y Adama bien entrado el segundo tiempo. Ferran jugó en el centro de la delantera durante la mayor parte del encuentro. Apenas dio noticias de su presencia. Memphis mantiene su aire ausente, y Dembélé arrancó el partido con mucho garbo, antes de perderlo y enredarse en la confusión.

El foco se situó sobre Ansu, que tiene al barcelonis­mo en vilo. Su calvario de lesiones apenas le ha permitido jugar. Cuando lo hace, la hinchada lo mira con el corazón encogido. Sabe que es un jugador diferente, un goleador de ley, concreto, de los que hay pocos en el fútbol. Le bastaron dos minutos para confirmar que mantiene sus grandes cualidades. Marcó un excelente gol, eligiendo cada movimiento, cada recurso. Gol de delantero muy listo, que piensa y traduce con rapidez cualquier idea relacionad­a con la portería.

Un saludable Ansu significar­ía la mejor de las noticias para el Barça, que necesita jugadores fiables. En la alineación figuran unos cuantos que destacan por su irregulari­dad. Apuntan alto un día y se olvidan al día siguiente. Contra el Betis, se vio un Barça desigual, rescatado a ultimísima hora por Jordi Alba. Con Messi o sin Messi, el lateral izquierdo se hace sentir en los partidos. No le han faltado críticos, pero es un indiscutib­le. Su zurdazo en el último segundo del encuentro fue impresiona­nte, uno de los goles del año, el que sitúa al Barça en la segura orilla que tanto le ha costado alcanzar. De eso se trataba esta temporada, se diga lo que se diga.

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JOSE MANUEL VIDAL / EFE Ansu Fati aprovechó los minutos que le dieron para anotar el primer gol del Barça
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