La Vanguardia

El Polo, una institució­n

Uno de los considerad­os mejores clubs del mundo alcanza los 125 años de vida con un historial ejemplar

- LLUÍS PERMANYER rcelona

Unos amigos de la alta burguesía que mantenían una tertulia y les unía su interés por el deporte emprendier­on una aventura llamada a hacer historia: crear un club de polo. Corría mayo de 1897. No fue en un piso, sino en un ambiente público y que no podía ser más barcelonés: pegado a la Rambla y a la plaza Reial, el restaurant­e Francia.

El nombre del establecim­iento, los tres extranjero­s entre los trece fundadores y que el presidente (Agustín de Ibarrola) aportase toda la experienci­a adquirida durante su educación en Inglaterra marcaban ya un estilo que distinguir­á siempre al club: interés y relación con el extranjero. En la Barcelona de la época se extendía entre la burguesía la seducción en practicar unas actividade­s físicas que perfilaban como sportmen.

Aunque el urbanista Ildefons Cerdà hubiera reservado en el encuentro de la Diagonal con el paseo de Sant Joan nueve manzanas para situar un hipódromo, a la hora de la verdad fue instalado en 1883 en Can Tunis, al pie de Montjuïc. El recién fundado Polo utilizó desde un buen principio el Hipòdrom. Caía lejos y encima el camino era una carrera de obstáculos, por enlodado o polvorient­o, pero estaba muy vinculado a la ciudad. Las carreras de caballos y la emoción de las apuestas se habían ganado un público creciente.

El Polo aprovechó aquel amplio y bien cuidado espacio, al igual que otros deportes incipiente­s que ensayaron allí su inicio, como el fútbol, el tenis, el cricket, el golf… e incluso acogió el primer vuelo en aeroplano de España. El club, bien aceptado y con aumento de socios, no tardó en ampliar sus actividade­s: carreras lisas y de trote, recorrido de obstáculos rally paper, amén de elegantes fiestas sociales.

En 1904, con ocasión de la primera visita a Barcelona de Alfonso XIII, buen jinete y apasionado polista, fue nombrado presidente honorario; la entidad pasó a ser denominada Real Polo Jockey Club. Desde entonces, cada vez que venía a la ciudad se hacía un hueco en la agenda oficial para jugar un partido, pues sentenciab­a: “El polo es un deporte de los reyes y el rey de los deportes”.

En el seno del club hacía tiempo que se ansiaba poseer un terreno propio, que no lo hubiera de compartir como hasta entonces. La ocasión llegó en 1909 y fue negociada con acierto. Se trataba de Can Ràbia, en la frontera de Les Corts y la carretera de Sarrià: más barcelonés y con un itinerario óptimo. Aquel yermo se convirtió así en un verdadero jardín que rodeaba el bien cuidado campo de juego. El éxito inmediato hizo ganar muchos socios, lo que propició la ampliación y mejora de la instalació­n. Incluso se construyó una capilla proyectada por el ingeniero Sagnier. Así lo describía Narciso Masferrer: “Todos los domingos por la mañana se celebran interesant­es partidos de polo, presencia enorme concurrenc­ia. Los jueves por la tarde se celebran también partidos de polo, y durante la semana se llevan a cabo los entrenamie­ntos de hípica, hockey, tenis, patinaje, etc...”. Y el Concurso Hípico Internacio­nal que se realizaba en la Ciutadella pasó a ser acopara gido desde 1911 en Can Ràbia.

Este deseo siempre mantenido de no encerrarse en el localismo indujo a invitar a dos polistas míticos, los ingleses William Balding y Fred Egan; ante aquellas instalacio­nes acariciada­s por una tan soleada mañana navideña, no hacían más que repetir: “It’s wonderful!”. Incluso fue aprovechad­o en otra ocasión el fondeo de la escuadra inglesa solicitar un partido contra el improvisad­o equipo de oficiales, propuesta aceptada de inmediato. El aviador Roland Garros se atrevió a utilizar en enero de 1914 el terreno del Polo para efectuar una demostraci­ón aérea, incluso acrobática.

Si el paseo de Gràcia, a difey rencia de la Rambla, siempre interclasi­sta, se consolidó desde un buen principio como un escenario de exhibición del esplendor de la burguesía, la sede del Polo en Can Ràbia adoptó con toda naturalida­d tan representa­tiva forma de actuar. La diferencia consistía en la que media entre un espacio público o privado. En el fondo, se trataba de lo mismo: exhibirse, observar relacionar­se. Era un lugar idóneo para mostrar elegancia. La lejanía era menor que la del Hipòdrom y el acceso mejor y por supuesto más agradable. La presencia del Polo, con su reconocido tirón, contribuyó a que aquel determinad­o sector de la sociedad local frecuentar­a e incluso descubrier­a el lugar.

Un hecho relevante y decisivo para la zona fue después la construcci­ón del palacio Reial. La Diagonal iba a imponerse como el nuevo y potente eje urbanístic­o de la zona.

Aunque el club, amén de afianzarse y aumentar el ingreso de socios, se vio entonces forzado a buscar otra sede, a consecuenc­ia de haber cambiado los intereses de su propietari­o. No era urgente, pero había que actuar con tiento. Al no tener prisa, se pudo valorar la oferta de unos extensos terrenos que poseía el conde de Ruiseñada en Santa Perpètua de Mogoda. Por fortuna fue desestimad­a la oferta, considerad­a tal lejanía como el principal factor negativo: se valoraba, y mucho, mantener la relación estrecha con Barcelona. Un detalle lo confirma: la búsqueda de un local para situar la oficina en el corazón urbano. Nada menos que en el paseo de Gràcia, 72, donde luego se instaló el hotel Majestic; el proyecto no llegó a buen fin. Queda claro que se buscaba entonces clase y centralida­d.

El lugar que encajaba con el proyecto y las posibilida­des eco

El Polo se fundó en un ambiente barcelonés: junto a la Rambla y la plaza Reial, en el restaurant­e Francia

Tras funcionar en otros emplazamie­ntos el club inauguró su sede actual en 1932

En 1904 fue nombrado presidente de honor Alfonso XIII, buen jinete, en su primera visita a Barcelona

nómicas era Torre Melina, donde la familia Pons Ferrer (la que en la plaza Catalunya tenía la gran y prestigios­a droguería Vicens Ferrer) poseía unas extensas propiedade­s. En 1928 ya se podía dar por cerrado el alquiler, pero la instalació­n llevó no poco tiempo. La Vanguardia le dedicó un largo artículo, en el que elogiaba tanto la decisión de cambio como la calidad y grandiosid­ad de lo que se construía. Citaba el tenis, el campo de polo de dimensione­s internacio­nales, las pistas de concursos, con su gran y bien orientada tribuna, y la de ensayos hípicos, los terrenos de fútbol y hockey; y añadía el proyecto de un link de golf. Pero había más, pues la crónica destacaba la serie de parterres y jardines que rodeaban los dife

rentes espacios deportivos y hacía hincapié en que “el parque será el de mayor capacidad de España”.

El Polo seguía así en Barcelona, pero para unos ciudadanos acostumbra­dos históricam­ente a tener casi todo tan cerca, aquel lugar era lejano y desconocid­o. Buena prueba de ello fue lo ocurrido con la histérica campaña desencaden­ada contra lo que unos puritanos denunciaba­n como “pornográfi­cas” esculturas de la nueva plaza Catalunya; la solución fue condenarla­s al ostracismo, y en aquel entonces el ostracismo era en la Diagonal más lejana. Nadie protestó por haberlas alzado a lo largo del muro que cierra la entrada principal de palacio Reial.

En 1932 el Polo inauguraba la flamante sede.

La Diagonal terminaba allí. Y que el Polo seguía en Barcelona lo confirmarí­an casi a diario los jinetes que gozaban con aquella

allée autorizada por el alcalde barón de Viver y que llegaba hasta la plaza Francesc Macià.

Las carreras de bólidos organizada­s por la Peña Rhin y el Congrés Eucarístic acercaron de forma definitiva aquella zona, que no tardó en perfeccion­arse al tender la Ciutat Università­ria. Pese a ello, en 1948 el club se había acercado a la Dreta de l’eixample, al abrir una oficina en el pasaje Permanyer, 6.

Al propio tiempo, la vocación exterior no tardó en ser ampliada.

Se había ya internacio­nalizado el histórico Concurso Hípico.

Fue indicativo que se pidiera de forma muy improvisad­a al club la responsabi­lidad de albergar la primera Copa del Mundo de Hockey, reto que aceptó. Pudo así demostrar y con excelencia su capacidad para organizar a tan alto nivel. De ahí que se le confiara después el Campeonato de Europa de Clubs Campeones de Liga. El mayor desafío sobrevino con motivo de los Juegos Olímpicos, al decidir en sólo un par de horas de negociació­n otorgarle las pruebas hípicas; tal decisión suponía el reconocimi­ento de la alta categoría de unas instalacio­nes casi preparadas y la tan demostrada capacidad de gestión impecable. La televisión mostró al mundo la imagen de un club privado con una dimensión física inusual dentro de una ciudad y de reconocida altura internacio­nal que lo sitúa entre los mejores.

Semejantes cualidades se confirman cada año al culminar en este escenario la emocionant­e final del Campeonato Mundial de Saltos.

Y al propio tiempo que habían mantenido y ampliado los deportes ya tradiciona­les en el historial del club, se incorporab­a el pádel con una acogida excepciona­l. La honra que distingue al club es la lista nutrida de deportista­s olímpicos que desde 1928 han competido en diversas especialid­ades, sobre todo en hockey y en equitación, al tiempo que el futuro viene simbolizad­o por el optimismo que representa­n los más de dos mil niños que disfrutan las instalacio­nes.c

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El C'IO, concurso internacio­nal de saltos, es una de las pruebas más prestigios­as que acoge el Polo
EP Pedigrí El C'IO, concurso internacio­nal de saltos, es una de las pruebas más prestigios­as que acoge el Polo
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Integrante­s del equipo de hockey del Polo en los terrenos de Can R(bia
RC POLO Con stick Integrante­s del equipo de hockey del Polo en los terrenos de Can R(bia
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Un grupo de señoras y caballeros asiste al concurso hípico de 1908
BE POLO Distinción Un grupo de señoras y caballeros asiste al concurso hípico de 1908
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En los tiempos modernos uno de los deportes con más ,-ito en el Polo es el pádel
RC POLO Siglo XXI En los tiempos modernos uno de los deportes con más ,-ito en el Polo es el pádel
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Imagen de un partido de polo que se disput) en 19*+
RC POLO Al galope Imagen de un partido de polo que se disput) en 19*+

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