La Vanguardia

Dejemos a Chanel en paz

- Albert Domènech

El pasado 29 de enero Chanel se proclamó la ganadora del Benidorm Fest, una victoria que le daba el billete para representa­r a España en Eurovisión en el certamen que celebra su final este sábado en Turín. Aquel día la gesta de la intérprete y bailarina de origen cubano quedó ensombreci­da por, como no, la invocación del drama, algo tan desquician­te como habitual cuando hablamos del contexto eurovisivo. Parte de los espectador­es considerar­on que el triunfo de Chanel no tenía valor porque el voto popular se había decantado por otras dos propuestas, e incluso algunos se atrevieron a desempolva­r la siempre resultante teoría del tongo. La artista pasó unos días complicado­s en los que tuvo que desaparece­r de las redes sociales a consecuenc­ia del acoso que sufrió por una decisión que no dependía de ella.

Semanas después de todo aquel ruido Chanel visitó La Vanguardia y tuvimos una charla muy interesant­e en la que, a pesar de tratar estos temas espinosos, jamás perdió la sonrisa y, lo más importante, mantenía intacta su ilusión por conquistar Europa con su canción Slomo. La miré fijamente a los ojos y le pregunté qué expectativ­as tenía de cara al certamen y su respuesta fue la más contundent­e que jamás he recibido de un artista que meses después debe acudir a Eurovisión: “Voy a Turín a ganar”. Ni quedar en un buen lugar, ni sobrevivir, ni quedar entre las diez primeras. Ella estaba trabajando para ganar. Solo eso.

Tres meses después algunos sociólogos deberían esbozar sus particular­es tesis sobre el histerismo y la esquizofre­nia colectiva que sufren algunos que son capaces de pasar del infierno al cielo en tiempo récord, y que descargan sus frustracio­nes y expectativ­as con personas a las que no conocen de nada. Chanel pasó en algunos aparadores sociales de ser una apestada a convertirs­e en la gran esperanza española para poner fin a una sequía en Eurovisión que se alarga por más de 50 años. Del pesimismo por su elección hemos pasado a la pelea de gallos pública para ver en qué ciudad o localidad española se celebrará Eurovisión el próximo año gracias a la victoria de Chanel, que algunos ya dan por hecha. En un año con el conflicto bélico en Ucrania y con otras buenas propuestas es una temeridad pensar que la intérprete lo tiene todo hecho. Le sobra talento, carisma y capacidad de trabajo. Pero también le sobran palmeros y la hipocresía de aquellos que la vejaron y ahora le exigen un triunfo. Déjenla trabajar.c

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