Las lecciones sabias de Milá y Ricard
Son los padres del diseño en España, comparten décadas de amistad, sentido del humor, vitalidad y un compromiso inquebrantable con una disciplina que, tal como ellos la conciben, nos alegra la vida con cosas útiles y bellas. Miguel Milá, 91 años, y André Ricard, de 93, se sentaron ayer ante los alumnos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de La Salle (Etsals) para intercambiar ideas y experiencias, propiciando, entre muchas risas, un auténtico torbellino de lecciones sabias.
“Clásico es aquello que no se puede hacer mejor”. La frase del torero El Gallo que a Milá le gusta tanto citar da pie para hablar de la esencia del diseño. “Mi objetivo es que un objeto sirva y a la vez sea bello. ¿Por qué? Una silla está mucho más tiempo sin ser utilizada que utilizada. Es importantísimo que sea cómoda, pero también que su presencia no sea desagradable”, argumenta, y Ricard añade que “la belleza es la expresión básica de la perfecta utilidad”. Piensen por ejemplo en un botón, dice, y defiende que “la mejor manera de conocer el nivel de diseño de un país y su penetración en el tejido social es ir a un supermercado y comprobar cómo se abre un paquete de azúcar y si al hacerlo el contenido se derrama. Vamos, que estamos a años luz de Finlandia.
La charla tiene lugar en un escenario en el que, como si fuera un altar, se han dispuesto algunos de sus diseños eternos. Las lámparas TMC y la Cesta de Milá; del autor de la antorcha de los JJ.OO., vemos el frasco de Lavanda para Puig o la lámpara Tatu que Ricard,–“somos ante todo usuarios”– ideó para no llegar a mayores con su mujer y poder leer de noche sin molestar al compañero de cama. Milá se considera un artesano –“arte-sano”, recalca–, que se encarga a sí mismo los proyectos. “Esa es la gran diferencia entre nosotros: a mí me los encargan –pero aún así, aconseja– has de intentar ser fiel a lo que crees y luchar por ello, un equilibrio difícil porque o te doblegas o corres el riesgo de perder al cliente. Pero si quieres que el diseño avance has de defender tus ideas; de lo contrario corres el riesgo de convertirte en un brazo armado del marketing”.
Los sabios del diseño defendieron también el papel de Ikea, al que Milá agradeció “su labor a la hora de acabar con esa cosa de copiar diseños antiguos de forma absolutamente ridícula”, y que Ricard hace extensible a la concepción de la propia tienda, con su parque infantil, su restaurante... “El Disneyland de la gente mayor”.c