Peleándonos igual sale...
Jordi Hereu nos casó en el 2010. Ocurrió en mayo, este sábado se cumplen doce años. (Estas fechas no se olvidan, no juguemos con fuego). Entonces, Silvia escribía en El Mundo yyo ya pintaba historias en La Vanguardia y Hereu era el alcalde de Barcelona.
En su discurso, Hereu dijo:
–Ya lo ven: El Mundo y La Vanguardia y les caso yo.
Hubo risas entre los parroquianos. La soltura de Hereu nos dejó perplejos. El alcalde vivía tiempos difíciles: en aquellas semanas se había aventurado en territorio comanche, enfrascándose en dos proyectos extraordinarios.
El día después de nuestra boda, Hereu lanzaba la consulta por el tranvía de la Diagonal, el que debía unir los dos extremos de la avenida. Y también andaba metido en el proyecto de los Juegos de invierno en Barcelona y los Pirineos.
Ambos planes fueron viniéndose abajo en aquellas semanas. La consulta del tranvía fue un fiasco y los Juegos de invierno se antojaron una osadía.
–¿Juegos de invierno en Barcelona...? –pensaban las almas mediterráneas.
La prensa, la oposición y los votantes se lo cobraron. Al rincón de pensar.
La tormenta se llevó a Hereu por delante. (...)
A veces me pregunto qué era Hereu. ¿Un visionario o un temerario?
¿Las dos cosas en una?
(Si le damos vueltas al sueño olímpico, advertimos que la idea de la Barcelona olímpica de invierno tiene una razón de ser, pues se parece a la de Turín-sestriere 2006 o a la de Milán-cortina d’ampezzo 2026).
El tiempo no ha aclarado nada. (Casi) doce años más tarde, seguimos dándole vueltas a ambos proyectos. El plan del tranvía de la Diagonal está muy vivo y, eventualmente, la candidatura a los Juegos de invierno del 2030 es trending topic. Trending topic, por lo controvertido. Tantos debates y tantas reuniones más tarde, la candidatura olímpica es hoy un trampantojo. No tiene nombre y no tiene forma, y ahora se plantea partirse en dos: catalanes por un lado y aragoneses del otro.
La doble propuesta es sonrojante, y desde luego no va a ningún lado, pues entre los valores olímpicos figuran la unidad en un proyecto y el sentido de lo colectivo.
Cuando las colectividades políticas y sociales se ponen a juguetear con asuntos de semejante calibre, me da por pensar: ¿Qué somos?
¿Visionarios o temerarios?
¿Las dos cosas en una?
A veces me pregunto qué era Hereu: ¿un visionario o un temerario? ¿O las dos cosas en una?