La Vanguardia

Las formas del amor

- Gemma Sardà

Por el barrio suelo ver a dos hombres que van cogidos del brazo. En invierno llevan un abrigo largo, el mismo modelo los dos; en verano, americana oscura y corbata roja. Uno es un poco más alto que el otro, son viejos y frágiles. Se parecen mucho. No sé si es porque visten la misma ropa, zapatos, gafas. Se diría que son hermanos, incluso gemelos. También podrían ser pareja. Dicen que las parejas que llevan mucho conviviend­o se acaban pareciendo. Como los dueños y sus perros.

Al nacer en un momento nada propicio para demostrar su amor hacia fuera, podría ser que hubieran optado por vestir la misma ropa, peinarse igual y así pasar por hermanos. Para protegerse. Para poder ir cogidos del brazo por la calle tranquilos.

Los veo, por la mañana temprano, cuando van a comprar. Caminan despacio. Si paso a su lado, hablan flojito, como si protegiera­n su burbuja para que nadie los moleste. Los rodea un silencio que desprende ternura. Van a por el pan y entran en el mercado. No empujan un carro para cargar para toda la semana, no podrían con ese esfuerzo. Apenas una bolsa. ¿Qué vamos a comer hoy? Para cenar, un pedazo de queso y algo de fruta.

Sean hermanos, amigos o amantes, su historia podría acompañar a las doce que ha escrito la periodista Marta Vives en Diguem-ne amor

(Ara Llibres). Amores de juventud que no supieron decírselo. Amores solidarios, de vecinos, compañeros, de ayudarse. Amor y poliamor, vencer los celos, huir del sentimient­o de propiedad. Amores que superan las convencion­es establecid­as y suman aún más amor a su alrededor. Amigas que compartier­on piso de estudiante­s y veinticinc­o años después alquilan para un fin de semana ese mismo piso, ahora convertido en apartament­o turístico. Reviven recuerdos y saben que pueden contar unas con otras pase el tiempo que pase.

Vives nos invita a entrar en la intimidad de personajes y vivencias en los que podemos reconocern­os en algún rincón, que nos sorprenden, que nos enternecen. Con ella pinchamos la burbuja de esas personas a las que hemos observado tomando un café en el mismo bar, con las que hemos compartido una canción, que trabajan con nosotros, que viven en la misma escalera o que vemos por la mañana temprano cogidos del brazo de camino a buscar el pan. “Sin silencio, el amor no es posible”.c

Amores que superan las convencion­es y suman más amor a su alrededor

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