La Vanguardia

EL DIÁLOGO DEBE CONTINUAR

- José Pablo Ferrándiz Director de Opinión Pública de Ipsos Paco Camas Director de Investigac­ión de Ipsos

Las escuchas por parte del CNI a dirigentes del movimiento independen­tista no parecen ser una razón suficiente, según la mayoría de la ciudadanía de Catalunya, para que el Govern interrumpa el apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez ni tampoco el proceso de diálogo, según revela el sondeo que ha realizado Ipsos para La Vanguardia. Eso sí, la opinión claramente predominan­te del votante independen­tista es que aún es necesario que se asuman responsabi­lidades políticas. Se señala directamen­te a la ministra de Defensa, no tanto al presidente del Gobierno (a quien continúa aprobando la mayoría de los votantes de ERC).

El sondeo se ha llevado a cabo cuando la sociedad catalana ya era conocedora de las escuchas por parte del CNI a dirigentes políticos y sociales vinculados al movimiento independen­tista. Se trata de un tema que podría haber reavivado las brasas del independen­tismo, teniendo en cuenta que la amplísima mayoría de votantes de ERC, Junts y la CUP consideran que estas escuchas no están justificad­as en ningún caso, incluso aunque cuenten con autorizaci­ón judicial (por cierto, lo piensa así más de la mitad del conjunto de la población de Cataluña, 53%). Y, sin embargo, en esta ocasión el intenso sentimient­o de agravio que caracteriz­aba la relación del Govern de Catalunya con el Gobierno de España hace unos años y que, en gran parte, servía para que las fuerzas independen­tistas movilizara­n y sumaran más apoyos, no parece haberse producido. De hecho, la estimación de voto que realiza Ipsos para el caso de unas elecciones al Parlament de Catalunya que se celebraran hoy, dibujan un escenario significat­ivamente distinto.

Una buena parte del independen­tismo sufre de hipotensió­n electoral en estos momentos, especialme­nte los votantes de Junts. El marco mental independen­tista se articula hoy en torno a la gestión de los asuntos públicos y a la apuesta por el diálogo con el Gobierno central, más que en votar. Y, aunque es verdad que en momentos valle, cuando no hay elecciones convocadas, y también cuando se está al frente del Gobierno, son los partidos de la oposición quienes más movilizado­s suelen estar, las formacione­s independen­tistas están sufriendo un significat­ivo desgaste. Retendrían la mayoría absoluta, pero por muy poco. Se quedarían al límite: 68 escaños. Habría que remontarse más de 20 años, a las elecciones de 1999, para ver un resultado similar en términos de bloque (CIU y ERC sumaron entonces esa misma cifra de parlamenta­rios que hoy tendrían ERC, Junts y la CUP). Además, el PSC reforzaría su posición de principal fuerza parlamenta­ria.

Estos realineami­entos electorale­s pueden obedecer a un cambio de tendencia entre la ciudadanía catalana. Veremos si se consolida o no. En todo caso, esta distensión independen­tista puede interpreta­rse quizá como un síntoma más de la relajación y normalizac­ión de la relación entre Catalunya y España. Pero no hay que olvidar que Andalucía va a dar inicio a un nuevo ciclo electoral que concluirá con las elecciones generales. El nuevo mapa político que se constituya tras estos comicios puede hacer que, como Einstein, nos preguntemo­s si el universo en el que convivimos es más bien amigable u hostil.

El marco mental independen­tista se articula hoy en torno a la gestión pública y los pactos con el Gobierno

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