Teléfono rojo
Una semana con mucho movimiento internacional ha pillado a España dentro de una película de espías. Rusia constata su torpeza en el campo de batalla y la ‘vieja’ Europa empieza a temer un invierno del 2023 catastrófico.
El primer ministro italiano Mario Draghi se entrevista el miércoles en Washington con Joe Biden y propone al presidente de los Estados Unidos que abogue por un alto el fuego en Ucrania. El cónsul romano también pide al emperador que negocie con Rusia la salida de los cargamentos de trigo bloqueados en los puertos del Mar Negro, a fin de evitar un drama alimentario en el norte de África y en Oriente Medio dentro de unos meses. India era una de las alternativas, pero la fenomenal ola de calor de las últimas semanas en el sur de Asia, les ha obligado a suspender las exportaciones de trigo. Un golpe de calor en India puede ser más peligroso que el bloqueo del puerto de Odessa. Crisis energética y crisis alimentaria entrelazadas podrían convertir el invierno del 2023 en un infierno. Restricciones de gas en Alemania, Italia y otros países europeos. Revueltas por el precio del pan en Egipto y Túnez. He ahí una perspectiva.
Draghi siempre será bien recibido en la Casa Blanca. Se doctoró en el MIT, fue director ejecutivo del Banco Mundial, trabajó en Goldman Sachs, dirigió el Banco Central Europeo durante la más grave crisis financiera después de la Segunda Guerra Mundial, y ha devuelto a Italia al eje atlántico después de las excursiones a Pekín y Moscú de los dos populismos italianos: la Liga Norte, cooptada por el Kremlin y magnetizada por las teorías reaccionarias de Aleksandr Duguin; el caótico Movimiento Cinco Estrellas, atraído por la diplomacia china. Esa deriva fue frenada en seco hace ahora un año por el gobierno de unidad nacional presidido por el ilustre banquero.
Draghi es “uno de los nuestros” y está autorizado a decirle al presidente de los Estados Unidos que las principales economías industriales europeas corren un serio riesgo el próximo invierno si la guerra de Ucrania se alarga, con el gas y el petróleo por las nubes. Antes de abandonar la Casa Blanca, el premier italiano deja sobre la mesa la propuesta de crear un cartel de compradores de hidrocarburos que fuerce a la OPEP a aumentar la producción de petróleo y fije un tope a los precios del gas. Miércoles, 11 de mayo del 2022.
Aquel mismo día, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, aterriza en Argel para reafirmar la histórica alianza ruso-argelina, mientras el hermético régimen magrebí dedica muchas zalamerías a Italia, para subrayar su enfado con España, tras la accidentada reconciliación entre Madrid y Rabat. Italia ha pedido comprar más gas a Argelia para afrontar el próximo invierno, mientras que las compras españolas están disminuyendo en favor de las importaciones de gas licuado desde Estados Unidos. (Dato adicional a tener en cuenta: se están renegociando los contratos a largo plazo entre las suministradoras españolas y la empresa estatal argelina Sonatrach). El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune recibe la invitación oficial de visitar Moscú. No hay pieza en el tablero que no se mueva.
Miércoles. Los rusos acaban de celebrar la festividad del 9 de Mayo sin un llamamiento a la movilización general. En la celebración del 77º aniversario de
Alemania, Francia e Italia se han conjurado para conseguir una tregua en Ucrania
Preocupa el gas y la falta de trigo: India ha frenado sus exportaciones por una ola de calor
la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, Vladímir Putin no da ni un paso atrás, pero tampoco se dedica a enardecer a la plaza Roja con nuevas amenazas. La guerra no le está yendo bien a Rusia en el campo de batalla y están evaluando costes. También están estudiando cómo puede ser el próximo invierno.
Coincidiendo con el viaje del primer ministro italiano a Washington, el presidente francés Emmanuel Macron mantiene una larga conversación telefónica con el líder chino Xi Jinping ,en la que también aparece la palabra tregua. Al día siguiente, jueves, se produce un contacto telefónico entre el secretario de de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, y el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú. No acuerdan nada, pero es el primer intercambio de llamadas entre los dos altos mandos desde que Rusia invadió Ucrania. Austin y Shoigú no se hablaban desde el 18 de febrero, seis días antes del inicio de la guerra. [El diario italiano La Repubblica informa de contactos entre los generales rusos y ucranianos esta semana]. El mismo jueves, el canciller alemán Olaf Scholz mantiene una larga conversación por teléfono con Putin. Tozudamente, los alemanes no han querido llevar sus relaciones con Rusia al borde de la ruptura, pese a las presiones del eje angloamericano, Polonia, – sobre todo, Polonia–, las tres repúblicas bálticas y, claro está, el Gobierno de Ucrania. Scholz le pide a Putin una tregua y medidas efectivas para desbloquear las exportaciones del cereal ucraniano.
El jueves aún no ha acabado. Finlandia anuncia oficialmente su deseo de ingresar en la OTAN, después de haber recibido el máximo apoyo del primer ministro británico Boris Johnson durante una gira por Escandinavia. Suecia puede dar el paso en los próximos días. Turquía, que tampoco ha roto con Moscú, amenaza con vetar ambas solicitudes, invocando el tradicional apoyo de los escandinavos a la minoría kurda. Si el ingreso de Finlandia y Suecia se consuma, ocho de los nueve miembros del Consejo del Ártico formaran parte de la Alianza del Atlántico Norte.
El campo de batalla se está ampliando. La guerra de Ucrania no se circunscribe a los combates, que ponen en evidencia el envejecimiento de la doctrina militar rusa, basada en el tanque. Estamos ante un conflicto internacional de magnitudes colosales en el que la vieja Europa le empieza a tomar la medida al próximo invierno. Puede faltar gas y la India acaba de frenar las exportaciones de trigo. La semana del teléfono rojo ha sorprendido a España dentro de una densa película de espías.