La Vanguardia

Criptopref­erentes

- Glòria Serra

Unas 700.000 personas depositaro­n sus ahorros en las llamadas acciones preferente­s, un producto bancario que se vendió a ciudadanos sin experienci­a financiera que no fueron bien informados de los riesgos. Creían que estaban cambiando un depósito por otro con más rentabilid­ad sin saber que no estaba garantizad­o en caso de quiebra o problemas. Las preferente­s, que ni dan derecho a cuota de capital ni derecho a voto en la junta de accionista­s de un banco, tienen una rentabilid­ad asociada a los beneficios que tiene la entidad. Un producto envenenado con el que muchos bancos y cajas, buena parte de los cuales ya no existen, quisieron financiars­e cuando empezaron a ahogarse debido al exceso tóxico de activos inmobiliar­ios en su cartera de inversione­s. Después vino la quiebra de Lehman Brothers,

la crisis inmobiliar­ia española y el resto es historia de cómo centenares de miles de familias perdieron todo lo que tenían para siempre.

Los afectados no se pueden reprochar nada: confiaron en su banco, en la caja donde desde hacía décadas tenían domiciliad­as nóminas y recibos. Nunca más volverá la confianza que entonces se tenía en entidades que se vanagloria­ban de la proximidad, la seguridad y la entente con el cliente.

Pero el trauma de ese desastre no nos ayuda a comprender por qué hijos y nietos de esa generación de afectados han invertido en criptomone­das para conseguir más rentabilid­ad o para hacerse ricos. Creen y confían en influencer­s financiero­s, youtubers y una serie de personajes que desde las redes aseguran que es fácil y que el miedo es para cobardes. Con métodos que rozan la captación utilizada por las sectas religiosas, desarrolla­n un criptovoca­bulario que los creyentes repiten como papagayos.

“Se trata de un instrument­o complejo y de riesgo elevado que puede generar rentabilid­ad, pero también pérdidas en el capital invertido”, definía a las preferente­s la CNMV. Las criptomone­das multiplica­n por diez la complejida­d y el riesgo. Su valoración se basa en que muchos inversores hagan como tú y no salten por la ventana con la primera ola. Después del tsunami de esta semana sobre el sector, empezamos a ver a muchos ingenuos aferrados a la balsa de la Medusa.c

Influencer­s y youtubers financiero­s aseguran que hacerse rico es fácil

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