La Vanguardia

El consenso sobre el catalán en la escuela sucumbe a la pugna independen­tista

Junts y ERC chocan por la salida: ignorar a los tribunales o respetar el pacto

- LUIS B. GARCIA

El consenso por el catalán en las escuelas, tema troncal de la política y la sociedad catalana desde la implantaci­ón de la democracia, está en riesgo debido a la incesante pugna entre los partidos independen­tistas. Roto el bloque que un día les llevó de la mano durante el procés, ERC y Junts caminan ahora por orillas opuestas del mismo río, pero les resulta irresistib­le vigilarse de reojo y lanzarse alguna que otra pedrada.

Movido por su entorno más insurrecto, Junts se desmarcó sin ambages esta semana del acuerdo que firmó hace dos meses con ERC, PSC y En Comú Podem para reformar la ley de Política Lingüístic­a (LPL), el paraguas normativo con el que se pretendía rescatar al catalán del atolladero judicial.

Los posconverg­entes han hecho añicos un consenso de 106 diputados, el 80% del Parlament. Y los republican­os no se atreven, de momento, a aparecer en la foto solos con el PSC y los comunes, aunque sea una vía de solución a la sentencia que obliga a implantar el 25% de castellano en las aulas. Pero tampoco están por “desobedece­r” las “inaceptabl­es injerencia­s de los tribunales españoles”, como exige Junts. Los jueces exigen que se aplique ya un 25% de castellano. El pacto político ahora roto por Junts pretendía asegurar que el catalán sigue siendo la lengua vehicular en la escuela garantizan­do la “presencia” del castellano (aunque sin porcentaje­s).

Nadie cede y se impone la táctica partidista. Y eso que el pacto surgió tras dos meses de intensas negociacio­nes en las que no fue fácil congeniar sensibilid­ades tan dispares. Quedó atado con el beneplácit­o de la dirección del partido de Carles Puigdemont, con Jordi Sànchez y la presidenta del Parlament Laura Borràs, como avaladores directos, aunque una fuente de Junts renegaba esta semana del consenso alegando que no pasó el filtro de la ejecutiva del partido y que algunos de sus valedores ni están ya en la dirección.

La misma fuente sitúa el nivel de la contienda con ERC: “Hay dos formas de acatar, una no hacer nada y aplicar la sentencia del 25% de castellano, y la segunda, reformar la Ley. También podemos desobedece­r, pero solo desobedece­mos los independen­tistas”, reprocha. “Lo que no haremos será reformar la ley para salvar a un conseller”, remata, en referencia al titular de Educació, Josep Gonzàlez-cambray (ERC).

Esquerra lamenta que sus socios vuelvan a fallar: “Lo hicieron con la mesa de negociació­n con el Gobierno; con los presupuest­os, solo para fastidiar al president, a pesar de que las cuentas eran de Jaume Giró –de Junts–, y ahora con el catalán”. La sensación es que “en los grandes temas, desaparece­n”. Los socialista­s remachan: “Cada vez que pueden ERC y Junts se empujan al precipicio”.

En Junts aseguran que han tratado de llegar a acuerdos con las entidades educativas más reticentes para volver al consenso y que han trabajado enmiendas con los grupos políticos para pulir el redactado final de la norma. Republican­os y socialista­s confirman en parte esta andadura. ERC explica que hubo margen para avanzar, hasta el pasado lunes, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), conocedor del estado de las cosas, dictó la interlocut­oria en la que urge al Govern a aplicar el 25% de castellano en las aulas. Y el PSC recibió “cambios quirúrgico­s” que “eran asumibles”, reconocen, de manos de la conselleri­a de Cultura.

Pero Junts se cerró en banda tras la última orden del TSJC. Al día siguiente, Borràs y Jordi Turull rubricaban el acuerdo para una candidatur­a única ante el congreso del partido que se celebrará en junio y en él dejan en manos de la militancia el pacto de gobierno con ERC en la Generalita­t y con el PSC en la Diputació de Barcelona. Tras una jornada maratonian­a en el Parlament el miércoles, Junts amanece el jueves dando por muerta la vía del consenso para reformar la LPL. Alegan que la interlocut­oria hace inútil el consenso, obviando que en realidad, el tribunal está alargando el plazo para reflotarlo.

¿Y ahora qué? ERC no descarta asumir el “coste político” de pactar con PSC y comunes, pero antes intentará que Junts rectifique o que quede en evidencia una escasa voluntad de acuerdo. O al menos que Junts permita la reforma de la LPL con su abstención.

Los republican­os admiten estar en un brete: “Si no sale adelante el acuerdo, Junts dirá que tenía razón, y si tira adelante, hablarán de tripartido de izquierdas”. Sospechas que los posconverg­entes corroboran cuando no dudan en tildar el consenso de “reforma de izquierdas” y advierten de que, con ella, “quien gana es el PSC, que quiere acatar la sentencia”.

Los posconverg­entes plantean que el Ejecutivo catalán apruebe un decreto, al margen del que prepara Cambray para desplegar el consenso rubricado, que ignoraría la orden del 25% de castellano. Pero los socialista­s alertan de que esta también sería una vía muerta porque los decretos no pueden regular derechos fundamenta­les.

Reflotar el consenso parece la mejor salida, pero la pugna partidista se está imponiendo en un asunto extremadam­ente delicado como es la lengua en la escuela.n

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