La Vanguardia

Viaje al Hades

- JUAN CARLOS OLIVARES

Els homes i els dies Autor: David Vilaseca Dramaturgi­a: Josep M.miró Director: Xavier Albertí Intérprete­s: Mercè Aránega, Albert Ausellé, Paula Blanco, Alejandro Bordanove, Abdi Cherbou, Francesc Cuéllar, Luiz Felipe, Roberto G. Alonso, Rubén de Eguía, Oriol Genís y F. Metral Lugar y fecha: TNC (21/IV/24225

De las sombras emerge la silueta de un hombre y un piano. Toca la Cantata BWV 106 Actus Tragicus. Bach compuso esta pieza para un funeral. La música invoca un coro de hombres. Fantasmas, como en la escena más emotiva de The Inheritanc­e. El hombre se presenta: David Vilaseca y en 2010 muere atropellad­o en Londres. Josep

Maria Miró y Xavier Albertí ya nos han situado en el Hades. La morada de los muertos que Max Glaenzel desplegará en una escenograf­ía hecha con la oscuridad perfilada de David Bofarull. El inframundo ocupa el escenario, sin soslayar ninguna de las acepciones del universo gay. Lugar y concepto que sustentan la compleja adaptación escénica de Els homes i els dies, obra parcialmen­te póstuma de Vilaseca. Saltemos a 2017, a la librería Laie y a la crónica de Núvol de la presentaci­ón del libro. Allí los amigos presentes lanzan dos ideas y que también explican esta puesta en escena: “Claridad glacial” y “materia oscura”. Ambas resuenan en esta función con refinada intención y enlazan con la voz del autor cuando describe su experienci­a vital recogida en L’aprenentat­ge de la soledat.

Albertí nos invita a descender a esa dimensión más mental que física, conducido por un espectro literario, su archivo de recuerdos y las emociones amortiguad­as de los no vivos. Gran ejercicio de contención de Rubén de Eguía (David). Narrador-guía que sólo se permite puntuales momentos de alteración. Frialdad que al principio desconcier­ta y luego es imprescind­ible para entender y disfrutar esta fantasmago­ría escénica. Paula Blanco representa casi hierática a todas las mujeres (amigas o confidente­s) cambiando sólo de peluca; la madre (Mercè Arànega) y el padre (Oriol Genís) que pasan de figuras de la añoranza familiar a erigirse en parca psicoanalí­tica y misterio cómplice. Los hombres que representa­n el deseo repetido son fichas: nombre, edad, procedenci­a, profesión y lugar de encuentro. El desnudo, codificado por una prenda fetichista. Sólo Josh (Francesc Cuéllar), el primer amante mencionado, merece un tratamient­o tridimensi­onal, aunque también el gesto esté marcado por la repetición. Figuras que emergen de rincones, puertas, trampillas y espacios que se extienden como ficheros de María Moliner. Y están las metáforas literarias que Miró ha sumado (Sagarra, Puig i Ferreter) para ilustrar la compleja relación que Vilaseca tenía con su pertenenci­a cultural. O la reina roja travestida con la que Miró trasciende el discurso queer de Vilaseca y regala a Roberto G.alonso un monólogo estelar. Y la aparición de Alejandro Bordanove como el San Sebastián de Bronzino. Habla más que cualquier personaje la acertada decisión de resignific­ar el inevitable narcisismo de la literatura del yo dividiendo la voz única en una multiplici­dad de ecos.c

 ?? DAVID RUANO ?? Un momento de Els homes i els dies
DAVID RUANO Un momento de Els homes i els dies

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain