La Vanguardia

Gemelos, una vida a salvo de la soledad

El fotolibro ‘Eduardo & Miguel’ retrata la intimidad de dos hermanos idénticos que nunca se han separado

- TERESA SESÉ Barcelona

Eduardo y Miguel Portnoy son gemelos. Tienen 54 años. Viven y trabajan juntos y solo han estado separados diez minutos, el tiempo que medió entre el nacimiento de uno y el de otro. El fotógrafo argentino Ignacio Coló los vio por primera vez mientras conducía por Buenos Aires. Eran idénticos, vestían la misma ropa y caminaban cogidos de la mano. La escena lo detuvo en seco. Saltó del coche y corrió a buscarlos, pero habían desapareci­do. Preguntó en un quiosco si los habían visto y el propietari­o le dijo que sí, que pasaban cada tarde. Le dejó su tarjeta. Al día siguiente, sonó su teléfono: “Hola, soy Miguel, el hermano gemelo de Eduardo...”

“Quedamos a tomar un café y más tarde los visité en su casa. Quería retratarlo­s pero enseguida me di cuenta de que no sería suficiente con una foto, que ahí había algo más grande que explicar. Regresé un día, y otro, y otro más... así durante casi seis años”, relata Coló. Nacía así Eduardo & Miguel, un exquisito fotolibro que ahora sale a la venta tras ganar el premio Star Photobook Dummy Award, una iniciativa de la Fundación Photograph, en colaboraci­ón con las editoriale­s Phree, Ediciones Posibles y RM. “Creo que en algún lugar ellos eran consciente­s de su particular­idad y pensaban que su historia debía ser contada”, opina Coló.

Eduardo y Miguel nacieron el primero de mayo de 1968. “El mayor, Eduardo, es el más responsabl­e, siempre con la camisa abrochada hasta el último botón. Miguel, más curioso y transgreso­r, es el que me llamó. Pero las diferencia­s incluso de carácter son muy sutiles”. Son solteros, no tienen familia, ni amigos cercanos. “Están solos en el mundo pero se tienen el uno al otro, y ahí está el corazón de la historia que a mí me conmovió en la calle”, recuerda Coló. “En la vida todos intentamos construir refugios contra la soledad, familia, parejas, amigos, compañeros de trabajo... Ellos no tuvieron que ir a buscarlos, los han tenido siempre a su lado, incluso desde antes de nacer”. La suya es una vida en plural, como apunta la psicoanali­sta Susana Kuras Mauer en un breve ensayo incluido en el libro, en la que la alianza gemelar les ha salvado la vida. “Vulnerados por cierta fragilidad madurativa y un estado de orfandad familiar, sellaron entre ellos un pacto de incondicio­nal fidelidad”.

Miguel y Eduardo viven en un apartament­o del barrio bonaerense de Chacaritas y comparten habitación, como han hecho desde siempre. Llevan su nombre inscrito en unos colgantes de plata, conservan la misma ropa desde hace treinta años, trabajan como administra­tivos en una fábrica y, todos los viernes, cuando empieza el sabbat, se visten con traje y pajarita y se ponen un moño. Así los encontró el fotógrafo el primer día que fue a visitarlos, sentados en un tronado sofá de terciopelo verde. A veces Coló les invitaba a mirar las fotografía­s del álbum familiar, pero ni ellos conseguían reconocers­e. “Creo que es Miguel, no estoy seguro”, escribe Eduardo sobre la imagen de un adolescent­e de vacaciones en la playa.

En el libro, que puede empezar a leerse por ambos lados y ha sido diseñado por Ricardo Báez, Coló les reconoce a cada uno su individual­idad, dándoles a cada uno su propia portada, su propio espacio en el interior, funcionand­o como un espejo que se refleja el uno en el otro hasta hacerlos confluir en las páginas centrales. “Les ha gustado reconocers­e por separado y también juntos. Ellos siempre confiaron en que el libro iba a ocurrir”, concluye Coló.c

“Están solos en el mundo pero se tienen el uno al otro, incluso desde antes de nacer”, dice Ignacio Coló

 ?? IGNACIO COLÓ ?? Miguel y Eduardo, retratados en su casa de Buenos Aires
IGNACIO COLÓ Miguel y Eduardo, retratados en su casa de Buenos Aires

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