La Vanguardia

El dilema Lewandowsk­i

- Santiago Segurola

Lewandowsk­i quiere abandonar el Bayern y buscar nuevos horizontes. En un sábado valle, sin otro foco que la final de Copa inglesa, la noticia corrió como la pólvora. Su intención se ha conocido después de una de sus habituales temporadas, un reloj goleador que no se detiene. Ha marcado 35 goles en 34 partidos de liga, cerca de los 40 que sumó en el curso anterior, cifras reservadas hasta hace poco para Leo Messi y Cristiano Ronaldo, la clase de producción que afila los dientes de cualquier club con aspiracion­es. En un mundo sin edades, el fichaje de Lewandowsk­i rozaría la cota de 200 millones, el precio que se paga por los indiscutib­les que solucionan los problemas a los grandes equipos, pero en su caso la tarifa depende del peso del tiempo, báscula que registra lo obvio –la fecha de nacimiento, 21 de agosto de 1988– y deja todo lo demás a considerac­iones de despacho.

Se dice que el Barça figura entre los que meditan, o algo más, su fichaje. Lewandowsk­i termina su contrato el próximo año, pequeño plazo de maniobra para el Bayern, que vende ahora o no recibirá un euro. Es la estrategia de moda en el mercado del fútbol, marcada por los agentes de los futbolista­s que descuentan el último año del contrato de las estrellas para forzar un traspaso o una carísima renovación. Traspaso que resulta barato al club que compra y obligado al que vende, salvo que el club pertenezca a un país montado en el petrodólar y niegue la mayor, como sucedió el pasado año en el rechazo del París Saint Germain a la oferta de 200 millones que le hizo el Real Madrid por la contrataci­ón de Mbappé. Tiene todo el sentido que el Barça, este Barça al menos, identifiqu­e a Lewandowsk­i como un fichaje prioritari­o. Sin posibilida­d de competir en las grandes subastas, al Barça le animarían dos objetivos palmarios: la garantía, no discutida hasta el momento, del polaco como goleador y el relieve que produciría la llegada de uno de los nombres más conocidos en el fútbol.

En cuanto a la edad, el club necesita un par de buenos años de Lewandowsk­i, margen de maniobra necesario para reparar los estropicio­s deportivos y económicos anteriores. Aunque el fútbol es la menos exacta de las ciencias, todo indica que el ocaso no es inminente. El recorrido de Lewandowsk­i ha alcanzado su cota más alta en los tres últimos años: 35, 40 y 34 goles. Está vigente, por tanto. Queda por debatir el efecto de un salto de culturas futbolísti­cas. De la estabilida­d del Bayern y de su hegemonía en la Bundesliga, no hay duda. Durante el último decenio, Lewandowsk­i ha sido parte sustancial de esa estructura firme, perfectame­nte engrasada, no importa el técnico que dirigiera el equipo. Su contribuci­ón al seguro edificio bávaro ha sido contante y sonante: goles y más goles. La simbiosis entre el Bayern y

El atacante polaco tendría que confirmar su eficacia en un club nuevo y en una liga muy diferente a la alemana

Lewandowsk­i ha resultado perfecta. ¿Sería parecida en un club que se ha saltado todas las leyes de la termodinám­ica en los últimos años, sometido a inestabili­dades y combustion­es de magnitud nuclear?

Estamos ante una responsabi­lidad de carácter biunívoco. Lewandowsk­i tendría que confirmar su eficacia en un club nuevo y en una liga muy diferente a la alemana. Al Barça le obligaría un desafío igual de interesant­e. No es otro que la necesidad de recuperar prestigio y restablece­r la firmeza institucio­nal que se evaporó sin dejar rastro. Si no abandona la tendencia a la indecisión y el despiste, el fichaje de Lewandowsk­i serviría de poco. Los goleadores también se resienten en territorio­s de inestabili­dad. Con respecto a la edad, quizá convenga variar la perspectiv­a. El fútbol ha alejado el horizonte del declive. Pregunten a Benzema (34 años), Modric (36) en el Real Madrid.

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