El viaje de Pablo Torre
El talento de Pablo Torre, que llegará al Barça este verano, se ha cocinado sin prisas ni presión
El pasado 1 de mayo 22.000 espectadores llenaron las gradas de El Sardinero para presenciar como el Racing de Santander, un histórico del fútbol español, certificaba su ascenso a la Segunda División tras empatar ante el Celta B (2-2). Buena parte de la culpa de que siete años después el Racing haya regresado a la categoría de plata la tiene Pablo Torre (Soto de la Marina, 2003), un chaval de 19 años recién cumplidos que con sus 10 goles y nueve asistencias en 30 partidos ha sido el metrónomo del club de sus amores. “Pablo quédate, Pablo quédate”, le cantó la afición racinguista mientras el jugador se acercaba a la grada recordando que le había prometido a un niño que le firmaría unos pantalones –la camiseta , con el 10, ya la tenía apalabrada con otro amigo–.
Todos saben que este ascenso ha sido su último servicio. Este verano, Pablo, que ya ha dejado de ser solo el hijo del mítico exfutbolista Esteban Torre, hará las maletas y se incorporará al FC Barcelona. Ha firmado para las próximas cuatro temporadas con ficha del filial pero también con el pronóstico de que su lugar está a las órdenes de Xavi Hernández. “Pablo está disfrutando. Deja a su Racing donde quería. En cuanto haga uno de sus giros en el Camp Nou todo el mundo alucinará”, pronostica Pepe Aguilar, ahora técnico del Cartagena B y uno de los responsables de que la perla del Racing haya crecido de forma meteórica. “Controla el balón, levanta la cabeza y da el último pase. Es un gran procesador del juego”, insiste Aguilar.
Lo mismo cree Xavi. El técnico del FC Barcelona no dudó en levantar el teléfono y llamar a Pablo Torre para convencerle de que la siguiente parada de su viaje era Barcelona. “Antes que Xavi lo llamaron coordinadores del Celta y de la Real Sociedad. También el Real Madrid. Pero claro... que te llame Xavi y te diga que tiene un proyecto deportivo para ti... pues te convence del todo”, explica Sergio Matabuena, técnico que entrenó a Pablo cuando daba sus primeros toques al balón en el CD Marina Sport. “Fue en 2015. Yo me acababa de sacar el carnet de entrenador y hice las prácticas con los alevines del Marina Sport.
Allí estaba Pablo. El siguiente año yo entré en el Racing para entrenar a alevines, pero Pablo todavía no vino. Su padres consideraron que todavía era pequeño”, dice Matabuena.
Sus caminos se reencontrarían pronto. Hasta entonces Pablo siguió forjando su talento bajo la mirada de su padre, el exjugador Esteban Torre. Y de refilón también le observaba Quique Setién, extécnico del Barcelona y íntimo amigo de la familia desde que jugó con Esteban en el Racing de los noventa. Ambas familias son vecinas y sus lazos de amistad son muy fuertes. Todos coincidían en que no era necesario correr y Pablo creció sin presión, divirtiéndose jugando al fútbol. También durante los veranos. Cuenta Pedro Alba, exportero del Racing, que “cuando Pablo Torre tenía 6 años empezó a venir al campus que Esteban y yo organizábamos con Quique Setién. Yo siempre digo que futbolísticamente me recuerda a Iniesta pero que como persona es igual que Iván de la Peña con el que viajé a muchos torneos. Todo el mundo le quiere mucho”.
No fue hasta la temporada 2015-16 cuando Pablo Torre dio el salto al Racing de Santander para reencontrarse con Matabuena. “Completó los dos primeros años de la categoría infantil. Pero cuando le tocó entrenar con el cadete de primer año consideramos que su lugar estaba en el cadete A”, dice Matabuena.
Fue entonces cuando Pablo empezó a ser considerado un adelantado a su tiempo. Setién incluso quiso llevárselo a la cantera del Betis pero finalmente la familia y el club racinguista llegaron a un pacto no escrito para que siguiera formándose en Santander después de las clases que impartía en el colegio de su pueblo, el CEIP
La carrera de Torre se ha forjado bajo la mirada de su padre Esteban, muy amigo de Quique Setién
José Escandón y cenando por las noches con su abuela paterna. Pablo la adora igual que a los huevos revueltos que le cocina.
En el juvenil del Racing le esperaba con muchas ganas Pepe Aguilar, que convenció a Ezequiel Loza, coordinador del fútbol base racinguista, de que Pablo ya podía jugar con los juveniles. “No lo veían claro, pensaban que por su físico no podría competir con chavales más mayores. Pero yo insistí. No se trataba de físico, sino de talento. Al final lo conseguí”, dice orgulloso Pepe Aguilar. Tras un año en el filial, Pablo debutó en octubre del 2020 con el primer equipo. Es la peor temporada del Racing en sus 109 años de historia. Ni siquiera se clasificó para el playoff. Pero Pablo sí que logró asentarse en el once titular.
Este curso ha sido imprescindible para lograr el ascenso. Ese día, el famoso 1 de mayo, Pedro Alba, que tiene un grupo de Whatsapp con Esteban Torre, Setién, Paco Liaño y Jose Ceballos, escribió: “Yo tengo un sueño. Ver a Pablo y a Pedri ganar un Mundial con España”. De momento, ambos coincidirán en el Barça de Xavi.