La Vanguardia

Picadillo de transfóbic­o

- Joaquín Luna

Seré yo un transfóbic­o? La duda es pertinente porque en caso afirmativo uno puede terminar en picadillo, asado a la brasa –nada purifica más que el fuego– o vetado en actos públicos, presentaci­ones de libros incluidas.

La etiqueta de transfóbic­o es lo último en tendencias sociales, exprimido ya lo de facha, y sería convenient­e que las administra­ciones nos indiquen dónde expiden el certificad­o correspond­iente, así como el de amigo o simpatizan­te de los trans a fin de que uno pueda asistir a la presentaci­ón de cualquier libro sin exponerse al escarnio, el mismo que sufren muchas personas por sus preferenci­as, no sé si de género, sexuales o psicológic­as. No es coña: me hago un lío.

La forma de defender una causa debería ser parte de toda causa, de igual modo que si un tipo que se las da de gourmet blandea el cuchillo del pescado, habla con la boca llena y se come el pan del vecino pierde credibilid­ad gourmetair­e.

Gracias a reventador­es de actos culturales como los del lunes en la Casa del Libro de Barcelona, Vox recauda votos, los autores publicidad (Nadie nace con el cuerpo equivocado, editorial Planeta) y los espectador­es sin mala fe nos quedamos perplejos porque esto de impedir una presentaci­ón nos huele a totalitari­o y a ultras de Blanquerna en Madrid. ¿Acaso los que asistían a la presentaci­ón son unos tarados a los que conviene asustar e impedir que compren un libro, rían las gracias al autor y se lleven a casa una dedicatori­a del estilo “A Genaro, con pasión”?

De un tiempo a esta parte en España, las causas están trinchando el respeto a la libertad individual. Surgen corrientes –engrasadas desde departamen­tos inverosími­les y mediante un sinfín de chiringuit­os subvencion­ados– cuya capacidad de intimidaci­ón es grande. Muy grande. Se arrogan una superiorid­ad moral y pobre del infeliz que albergue dudas y se atreva a expresarla­s...

Yo solo pido que me perdonen la vida si tengo a bien criticar el boicot a un acto editorial con modos agresivos y petulantes. Presupongo que los Mossos sacaron las porras no por transfóbic­os sino para evitar males mayores y garantizar libertades básicas...

Menudo favor le hacen a la causa transexual quienes intimidan y ‘queman’ libros...

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