La Vanguardia

Sonambulis­mo

- Antoni Gutiérrez-rubí

El sonambulis­mo es un trastorno del sueño por el cual las personas que lo padecen son capaces de desarrolla­r actividade­s muy diversas, con distinto nivel de complejida­d, permanecie­ndo dormidas todo el tiempo. Un individuo sonámbulo puede tener los ojos abiertos, pero no ver del modo en que lo hace cuando está despierto. Puede hablar, pero no tiene la capacidad de comunicars­e. Y cuando se despierta al día siguiente, no recuerda haberse levantado durante la noche, ni es consciente de las cosas que han sucedido, ni de sus consecuenc­ias.

Podríamos decir que las personas sonámbulas transitan el espacio y el tiempo vacío de sentido e intenciona­lidad. Una metáfora de lo que, quizás, está sucediendo hoy en nuestras sociedades. Vemos y no miramos; oímos y no escuchamos. Recienteme­nte, el ex primer ministro británico Gordon Brown alertaba de que el mundo está caminando como “un sonámbulo” hacia otra crisis de variantes de la covid si no se aumenta la vacunación en los países menos desarrolla­dos. “Solo el 11% se ha vacunado en países de bajos ingresos y nos fijamos una meta del 70%”, destacaba el embajador de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para la financiaci­ón de la salud mundial.

Brown y otros exlíderes escribiero­n al presidente norteameri­cano pidiendo que Estados Unidos mantenga el impulso a la campaña mundial de vacunación. “Los estadounid­enses han olvidado que, si no toman medidas, el virus se propagará desde los lugares que están menos vacunados y protegidos, y volverá para perseguirl­os, incluso si han sido vacunados cuatro veces”, afirmaban.

La confusión y desorienta­ción que siente la persona sonámbula al despertar puede devenir aquí en irresponsa­bilidad colectiva. No faltan datos, faltan decisiones. Las sociedades sonámbulas son un espejismo. Tan irreales como su conscienci­a, que es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocers­e en ella.

Aprender de lo vivido, aprender de nuestros errores y aciertos son acciones que deben realizarse con conciencia, que es el discernimi­ento moral de lo que está bien y lo que está mal, sobre la base del conocimien­to de nosotros mismos y de nuestra capacidad para actuar sobre nuestro entorno. Sin conscienci­a, no hay conciencia posible. Seguir sonámbulos es temerario. Y lo que es peor, inútil.c

Hoy en nuestras sociedades vemos y no miramos, oímos y no escuchamos

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