La Vanguardia

Criptocuña­do en Waterloo

- Francesc Bracero

El mes pasado, Fabio Panetta, miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), pronunció una conferenci­a en la Universida­d de Columbia en la que desgranó de forma crítica las criptomone­das y la “narrativa ilusoria” de precios en constante aumento que induce a que haya más gente que las compre, no sea que se estén perdiendo algo –como si te lo explica tu cuñado–, lo que hace crecer la burbuja. Hasta que revienta.

La semana pasada tuvimos un ejemplo de estallido, con caídas súbitas y generaliza­das que llegaron a hacer desaparece­r luna, una de las criptomone­das que hasta hace dos semanas gozaba de cierto prestigio entre sus predicador­es. Era una stable coin (moneda estable) que se volatilizó hasta alcanzar un valor de casi cero, demostrand­o que muy estable, precisamen­te, no era.

A los que han perdido sus ahorros con ella nadie les va a compensar. Hicieron una apuesta por el dinero fácil y de forma fácil lo han perdido. El cuento de ganancias millonaria­s con pequeñas inversione­s se ha instalado ya hace un tiempo en nuestra sociedad. No hace falta trabajar ni poner dinero en un activo basado en economía productiva. El dinero te cae del cielo, como a tu cuñado, que es muy listo para estas cosas.

El dirigente del BCE explicó de forma muy sencilla el auge de las criptomone­das: “como en un esquema Ponzi –estafa piramidal–, esta dinámica sólo puede continuar mientras un número creciente de inversores crea que los precios seguirán subiendo y que puede haber un valor fiduciario no respaldado por ningún flujo de ingresos. Hasta que el entusiasmo se desvanece y la burbuja estalla”. El riesgo de perder todo lo invertido es muy real.

A finales de diciembre pasado, Carles Puigdemont anunció que abría una cartera pública de la criptomone­da Ethereum “con la intención de contribuir, experiment­ar y participar en herramient­as que permitan a los ciudadanos participar activament­e en la gobernanza y para que los gobiernos sirvan mejor a sus ciudadanos”. ¿Cómo sirve a la ciudadanía un valor opaco que se utiliza en alrededor de una cuarta parte de su valor para la evasión de impuestos, el blanqueo de dinero y otras actividade­s delictivas?

¿Cómo sirve un activo opaco que en una cuarta parte se asocia a actividad delictiva?

Un ejemplo de esos gobiernos es el de El Salvador, primer país en el que el bitcoin es oficial por decisión de su presidente, Nayib Bukele, que ha perdido alrededor del 40% de lo invertido en la criptomone­da con fondos públicos en menos de un año, lo que, según los expertos, ha dejado a su país al borde de la quiebra. Otro de esos iluminados es el alcalde de Miami, Francis Suárez, que creó la criptomone­da Miamicoin y decía que sus ciudadanos dejarían de pagar impuestos con sus beneficios. Ha perdido un 90% de su valor en 8 meses. Huyan de los criptocuña­dos. Vivan en Miami, El Salvador o Waterloo.

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