La media maratón del Quartet Casals
El grupo radicado en Barcelona celebra 25 años grabando Bach; hoy tocan en L’auditori
El violinista Abel Tomàs, el integrante más joven del Quartet Casals, acoge a este diario en su casa de Barcelona en cuyo sótano, junto al dormitorio, tiene el conjunto una sala de ensayos. Era un adolescente de 16 cuando con su hermano y dos músicos más de la Escuela Reina Sofía de Madrid fundaron la que sería una de las más exitosas formaciones de cámara del nuevo siglo, a escala planetaria.
Y cuando se cumplen 25 años del debut del conjunto en Toledo, los integrantes echan cuentas y ven que jamás han estado tanto tiempo haciendo otra cosa. Sus vidas han cambiado desde sus inicios adolescentes, ahora viven en pareja o han nacido hijos y, aunque han habido crisis, ninguno ha llegado a plantearse abandonar. Son expertos negociadores, capaces de hacerse suyas las ideas de los demás y viven en un constante pacto. El cuarteto es su ancla.
“Mi vida son dos matrimonios, el mío y el cuarteto. Y cuando estamos de vacaciones se me hace raro, sí. Volver a la rutina me centra un poco”, dice el violinista. ¿Es un trabajo muy esclavo? “Y también muy satisfactorio, de lo contrario no haría falta aguantar tanto tiempo. Y estoy de acuerdo en que ancla y da estabilidad a muchos niveles”, responde Vera Martínez Mehner (Madrid,
1978). “Aún después de 25 años seguimos aprendiendo y profundizando más y más, nunca es algo repetitivo”, añade.
El cuarteto de cuerda es de las formaciones más longevas (el Borodin de la URSS se mantuvo 70 años), por lo que los Casals sienten que llevan hecha media maratón. En todo caso no contemplan su conjunto si no lo forman ellos.
“La longevidad es importante pero sobre todo el concepto de nosotros cuatro”, apunta Jonathan Brown (Chicago, 1974), el viola que se incorporó en el conjunto en el 2002. “Si hablamos por ejemplo del Gewandhaus Quartett de Leipzig, que estrenaron los Cuartetos de Schumann –añade–, vemos que duran muchas décadas porque son como instituciones,
van cambiando los miembros. Y a nosotros no nos interesa hacer cambios ni que el Casals sobreviva con cuatro músicos distintos”.
La Vanguardia les encuentra ensayando Schubert, del que tocan hoy jueves (19 h) el Quinteto de cuerda en L’auditori, junto al cellista Santiago Cañón. Es una avanzadilla de la Biennal de Quartets de Barcelona que comisarían con L’auditori y que en septiembre –del 14 al 18– traerá a la ciudad a los Jerusalén, Ébène, Belcea...
No obstante, sus bodas de plata las celebran con una grabación especial que han realizado en la iglesia de Cardona: El arte de la fuga de Bach, con Harmonia Mundi.
“Al igual que hicimos con la integral de Cuartetos de Schubert por el 15.º aniversario y con la de Beethoven por el 20.ª, intentamos esta vez hacer un proyecto fuera de menú, algo distinto que además nos nutra como músicos”, indica el cellista Arnau Tomàs (Barcelona, 1973). “Ha sido interesante profundizar en el lenguaje de
Bach, un precursor del cuarteto. No los escribió como tales, claro, pero sí contrapunto a cuatro voces. Bach tiene salida grabado, a la gente le gusta escucharlo en casa”.
Por su concepto de sonido y su habilidad al tratar las cuerdas, los Casals, que para el repertorio barroco cambian el arco pero no las cuerdas de metal por las de tripa en el instrumento, han llegado a un punto en que confunden hasta a los expertos. “Nuestro técnico en Bach graba siempre con Gli Incogniti de Amandine Beyer, y nos dijo que al escucharnos parecía que tocábamos con cuerdas de tripa”, sonríe Abel Tomàs.c
“No nos interesa hacer cambios ni que el Casals nos sobreviva con cuatro músicos distintos”