La Vanguardia

Vela en Sanxenxo, familia en Madrid

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El avión privado en el que el rey Juan Carlos voló desde Abu Dabi aterrizó en Vigo ayer a las 19.10 de la tarde. A pie de escalerill­a le esperaban su hija la infanta Elena y su amigo Pedro Campos. Con americana azul marino, camisa celeste y pantalón caqui y ayudado por un bastón, Juan Carlos ocupó el asiento del copiloto del coche de Campos, en el que se trasladó hasta la casa de este en Sanxenxo. A la salida del recinto aeroportua­rio, Juan Carlos I saludó con la mano a los medios de comunicaci­ón que le esperaban. El padre del Rey no tiene previsto salir de la casa de Campos hasta esta misma mañana, cuando se dirigirá al club náutico de la localidad gallega, desde donde seguirá, hasta el domingo por la tarde, el desarrollo de la regata Interrías, en la que participan barcos de la clase 6mr. El lunes, desde Vigo, se trasladará, en avión, a Madrid para mantener un encuentro con el Rey y, posteriorm­ente, compartirá un almuerzo al que asistirán su hijo, la reina Sofía y otros familiares. A media tarde, regresará a Abu Dabi.

Mientras estuvieron abiertas las investigac­iones, tanto en la Fiscalía suiza como en la española, en busca de una presunta fortuna oculta, resultó imposible preparar la operación retorno. Desde la Zarzuela se hizo saber al rey Juan Carlos que debía esperar a que se cerrarán esas causas judiciales, y así lo hizo.

Mientras tanto, afloraron irregulari­dades fiscales que se subsanaron con sendas regulariza­ciones con Hacienda, y el rey Juan Carlos pagó más de cinco millones de euros por donaciones recibidas, algunas en especies. El hecho de que no hubiera declarado que un primo lejano le hubiera pagado aviones privados y que un empresario mexicano le hubiera facilitado tarjetas opacas no hizo más que demostrar que la meritoria actuación

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