La Vanguardia

Filloas y feixós

- Daniel Fernández

La crep es un postre francés de probable origen bretón que ha devenido universal. Y sin embargo, cualquiera que tenga ancestros o contactos gallegos sabe que una crep no es sino una filloa, una torta de masa fina hecha a base de agua o leche que se combina con harina de trigo o de maíz, huevos y sal. Receta para principian­tes: se baten dos o tres huevos y se los acompaña con al menos medio litro de leche; poco a poco se le va añadiendo la harina (digamos un cuarto de kilo) y sal según su propio gusto. La mezcla debe acabar siendo líquida pero espesa. Hay quien la deja reposar y quien, como hacía mi madre, la echa inmediatam­ente en una sartén muy caliente –mejor si es una tradiciona­l de hierro– sobre la que se ha untado precisamen­te eso, unto, es decir, manteca de cerdo. El arte de freír la masa, dorándola y dándole la vuelta, es también parte sustancial del misterio de una filloa bien hecha. Hay que procurar comerla en caliente y, por supuesto, se puede envolver en ella un poco de azúcar o chocolate o miel o casi lo que apetezca. Y me temo que la mantequill­a está prohibida, que por algo no somos franceses…

Para los que no son escrupulos­os queda el feixó (para otros, freixó), la filloa de la matanza en la que el agua o la leche es sustituida por la sangre del cerdo. El color es distinto y el sabor también. Y es una de esas rarezas culinarias que es mucho mejor ignorar cómo se hacen. También hay un poco de confusión léxica, pues hay bastantes aldeas lucenses que llaman feixós a todas las filloas, ya se hagan con leche, con caldo previament­e colado o con la sangre del cerdo recién sacrificad­o.

A estas alturas alguno de ustedes se estará preguntand­o qué me pasa hoy y cómo es que me ha dado por escribir de cocina, así que voy a intentar aclarársel­o. De entrada, reconozcam­os que soplan vientos galaicos en la política española. Y que Pedro Sánchez se va a ver sacudido por la galerna de Alberto Núñez Feijóo o tal vez acompasado por la brisa suave de Yolanda Díaz. Ya se verá, porque debería faltar mucho para convocar unas elecciones generales y lo primero que vamos a tener en la mesa es la fritura andaluza, donde no tengo demasiado claro que el rebozado le vaya a salir tan redondo al Partido Popular como ellos y más de una encuesta jalean y pregonan.

Yolanda Díaz, la actual vicepresid­enta segunda, es ella misma un arcano como el de la filloa. Dulce pero con su punto de sal, es a la vez algo así como la compañía necesaria del presidente y su conciencia crítica. Cada día más alejada, si no enfrentada con Pablo Iglesias, tampoco parece formar parte de la misma familia política que las ministras Montero y Belarra. Tras las elecciones andaluzas empezará a ligar la mezcla con la que deberá concurrir a la sartén de las generales. Y ahí veremos si la filloa sale dorada y ligera pero sabrosa y alimentici­a o no.

En cuanto al actual presidente del PP, el aclamado como el adulto que llega al patio de colegio de la política nacional, su galleguida­d está ligada con la paciencia que exige toda filloa, aunque en este caso Feijóo sea más un feixó hecho con la sangre sacrificia­l de Pablo Casado, tan prestament­e olvidado tras la matanza que inspiró Isabel Díaz Ayuso. No es un plato hecho para todos los paladares, es verdad. Y sus ingredient­es hacen que para algunos resulte de imposible ingesta, pero está claro que el cocinero gallego pretende hacer olvidar las corrupcion­es del pasado o las recientes alianzas con Vox. Y ligar el plato.

Feijóo pretende hacer olvidar las corrupcion­es del pasado o las recientes alianzas con Vox

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