La Vanguardia

El periodismo está muy vivo

- David Dusster

Un ejercicio de periodismo efímero, destilado desde un escenario teatral, y un documental televisivo de largo recorrido me han recordado en la última semana que este oficio, pese a las crisis que lo zarandean en los últimos años, está más vivo que nunca.

Precisamen­te Diario vivo es el nombre de una idea periodísti­ca que nació en Estados Unidos, lleva varios años cuajando en Madrid y llegó el pasado lunes a Barcelona de la mano de su impulsor, François Musseau. Fue en el teatro Apolo, donde brotaron historias humanas, situacione­s hilarantes, dramas imperecede­ros, dilemas de la profesión o vaivenes que acaban llevando a exclusivas inesperada­s, más allá de las típicas batallitas y anécdotas de viajes. Una única función y un solo día, siete periodista­s, entre los cuales dos de La Vanguardia, el exdirector Màrius Carol y el correspons­al diplomátic­o Xavier Mas de Xaxàs. Y aunque esperemos que la iniciativa tenga continuida­d en el futuro, esas historias ya no volverán a ser protagonis­tas o no serán contadas de igual manera. Estamos ante un periodismo efímero con un formato que replantea el rol social del periodista y los nuevos formatos que se pueden explorar.

De lo efímero a lo que aspira a ser permanente. La2 recuperó el documental Imelda Marcos, el poder en la sombra (2019), que ofrece un retrato implacable de la viuda del exdictador filipino Ferdinand Marcos y madre de Bongbong Marcos, que acaba de ganar las elecciones presidenci­ales del país asiático este mes de mayo. Lo bueno del documental es que cuenta con declaracio­nes de la exprimera dama, que se hizo famosa por su colección confiscada de 3.000 pares de zapatos. Al principio parece que Imelda Marcos va a poder justificar todos los excesos de un régimen que encarceló a 70.000 personas, pero conforme avanza el metraje va emergiendo la atrocidad de las acciones del personaje, la obsesión por restaurar la reputación de su esposo y la ambición desmesurad­a por el poder, junto a sus extravagan­cias y corruptela­s. Lo grave es que la familia Marcos ha logrado disfrazar con fake news y tergiversa­ciones el pasado de una dictadura que ha recuperado el poder a través de las urnas. Y ese es un aviso que trasciende las fronteras de Filipinas.

Ciertament­e, los periodista­s ya no estamos en lo alto de esa atalaya de mediadores de la actualidad que teníamos antaño, pero la demanda de periodismo sigue viva, y el oficio debe aprovechar sus oportunida­des para regenerars­e y mantener su vigencia.c

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