La Vanguardia

Después de Azovstal

- Manuel Castells

La rendición de los milicianos ultraderec­histas del regimiento Azov, tras una obstinada resistenci­a en la acería fortaleza de Azovstal, es un punto de inflexión en la guerra de Ucrania. Porque aunque los 82 días de asedio a Mariúpol dieron tiempo a los ucranianos para recibir ayuda occidental, no es menos cierto que ahora Rusia dispone del corredor que buscaba para unir Crimea con el Donbass. Si Rusia consiguier­a enlazar Crimea con Transnistr­ia, conquistan­do Odessa en una batalla sangrienta, negaría a Ucrania el acceso al mar. La guerra de Ucrania se alarga y se complica. El error de Putin, que pensaba en un rápido éxito territoria­l, ha conllevado sucesivas derrotas y el recurso a bombardeos indiscrimi­nados con miles de civiles muertos. Si Putin pretendía afirmarse como poder mundial militar, ha conseguido lo contrario. A pesar de su superiorid­ad en aviación y misiles, ha tenido que retirarse de Kyiv y de Járkiv y aún tiene dificultad­es en el Donbass. Las tropas ucranianas están conteniend­o parcialmen­te la ofensiva rusa, gracias a su moral, su entrenamie­nto y al armamento recibido. Tengamos en cuenta que los 210.000 soldados de Ucrania

Una Rusia en peligro de derrota tiene suficiente potencial para incendiar buena parte de Europa

doblan en número a los rusos invasores. El desastre logístico y estratégic­o ruso ha disminuido su capacidad de intimidaci­ón. Lo contrario de lo que quería Putin. Cierto es que los ucranianos no están solos. Estados Unidos está intervinie­ndo decisivame­nte en la guerra. No solo con armas y entrenamie­nto, sino con informació­n, observació­n por satélite, ciberguerr­a, y dirección de fuego de artillería y drones. Hablando con colegas consultore­s de los mandos estadounid­enses me confirmaba­n que están consideran­do esta guerra como banco de pruebas para contener a Rusia y a China. Incluso comandos ucranianos están realizando incursione­s en Rusia.

El intento ruso de alejar a la OTAN de sus fronteras está produciend­o el efecto contrario: Suecia y, sobre todo, Finlandia se suman a la Alianza Atlántica, que despliega nuevas unidades en los países bálticos y en Polonia. Pero el propósito de derrotar militarmen­te a Rusia es peligrosís­imo. Porque Putin ahora no puede retroceder. Tiene suficiente­s misiles de alta tecnología (porque se preparó desde el 2014) para someter a un intenso bombardeo a toda Ucrania y, si hay escalada, a los países fronterizo­s. Es posible que si continúan las derrotas en el Donbass Rusia llegue a utilizar armas nucleares tácticas. Lo cual llevaría a una respuesta de la OTAN y a una ampliación de la guerra en Europa. Y a partir de ahí, todo es posible.

Como Ucrania no aceptará la partición y Rusia no puede aceptar la derrota, es posible que en unos meses se llegue a un armisticio remedando la guerra de Corea, con una frontera que aún subsiste con un estado de guerra latente. La negociació­n es urgente. Rusia ha empleado recursos limitados por un gigantesco error de informació­n. Pero una Rusia en peligro de derrota tiene suficiente potencial para incendiar buena parte de Europa. Y un Putin humillado no dudará en utilizarlo. Es la hora de una diplomacia realista cuando aún estamos a tiempo.c

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