“No hay túnel ni lucecitas”
“Llevo 46 cirugías y decenas de días en coma”, dice Gabi Villarrubia; el waterpolo le ha devuelto la ilusión
Procura mantenerte tranquilo y golpea al rival bajo el agua
Anónimo
Gabi Villarrubia (64) sonríe, me tiende la mano y me ofrece un refresco en el restaurante del Club Natació Barcelona, su centro actual:
Me cuenta:
–Estaba en la UCI del hospital Vall d’hebron y alguien trajo un monitor: ¡queríamos ver la inauguración de los Juegos de Barcelona’92! Recuerdo el inicio de la ceremonia, poco más. Aguanté media sesión: perdí el conocimiento. Vinieron 45 días en coma vegetal, mi primer coma. Me han declarado clínicamente muerto en cuatro ocasiones, ¿sabe?
–¿Y qué pasa en el coma? Frunce el ceño, pícaro.
–No hay un túnel, ni lucecitas.
No hay nada. Aunque en otro de aquellos comas me pasó algo extraño...
–Cuente...
–Mientras yo estaba inconsciente, mi hijo Gerard (tenía tres años entonces) se cayó de un columpio y se golpeó en la cabeza y también perdió temporalmente el conocimiento. Cuando desperté, 22 días más tarde, pregunté: ‘¿Y Gerard? ¿Ya está bien...?’.
–¿Tiene alguna explicación? –Supongo que, en mi inconsciencia, captaba algo, tal vez escuchaba las conversaciones de mis familiares cuando venían a visitarme.
–¿Y si no...?
–No insista, hombre, que no hay túneles ni lucecitas...
–¿Y vive con miedo?
–Me aterroriza planear unas vacaciones o una salida al cine. Mi política es el día a día. Hace unas semanas volvieron a ingresarme, llevo 46 cirugías. Uno de mis médicos me dijo: ‘Vives sobre una bomba’. Por suerte, volví a nadar hace tres años. Recuperar la natación y el waterpolo me han devuelto la ilusión. Y parte de la culpa la tiene este señor...
Y señala a Josep Gasch, su amigo de la adolescencia, su compañero de aventuras en el waterpolo del CN Montjuïc, que nos está acompañando en la tertulia.
(en los años setenta y ochenta, Villarrubia –popularmente conocido como Villapela porque entonces las monedas de peseta eran rubias– y Gasch ganaron cinco ligas y en 1978 incluso fueron subcampeones de Europa).
–Yo solo he hecho lo que tenía que hacer –dice Gasch.
–Y es mucho. Josep y mis hijos Gerard y Clàudia, y mi hermana Montse y mi cuñado Alberto han sido mi corazón. Porque yo me he pasado treinta años sin salir de casa. Iba del sofá a la cama y a veces, al bar del barrio, a beber con mis amigos falsos, y muchas veces, al hospital, a sumar operaciones... Porque mire. Me enseña el ombligo.
–¡No tengo tripa!
–¿...?
–La diabetes me ha destrozado. Me estuve sometiendo a diálisis durante cinco años, antes de que me trasplantaran un riñón y el páncreas. Llevo dos operaciones de corazón: solo funciona al 40%. Recientemente he sufrido tres hemorragias in
“Me aterroriza la idea de planear unas vacaciones o una salida al cine; mi política es la del día a día”
ternas. Y no están las piernas, claro, que me las han tenido que amputar.
–¿Y cómo nada y waterpolea?
–Me queda el tronco superior. Me vuelvo y contemplo a Gasch, que es el entrenador del CNB Ability, el equipo de waterpolo adaptado en el que milita Villapela, embrión de una liga inclusiva en la que también compite el CN Terrassa y a la que se añadirán el Mataró, el CN Sabadell, la UE Horta y, posiblemente, el CN Palamós.
–¿Y cómo waterpolea? –le pregunto a
Gasch, el técnico.
–Se entrena, todos en el equipo se entrenan, como una persona normal. Hay varias sesiones semanales. Villarrubia nada a diario entre 2.000 y 4.000 m. Lo hace en aguas abiertas. Siempre le acompañamos otros dos nadadores.
–Es importante que me acompañen porque no tengo el timón, las piernas, y en el agua me desvío. Aun así, hace unos años entramos en el agua en el Fòrum y salimos en el hotel W. Son 6,5 kilómetros, más o menos –dice Villarrubia.
–Y en otra ocasión cruzamos el Estrecho de Gibraltar –añade Gasch–. ¡Y lo que nos queda por hacer! Porque hace unas semanas, cuando estaba hospitalizado, mi amigo Villapela me mandaba un audio despidiéndose. Y yo por ahí no paso.
Y Villapela se encoge de hombros y se aúpa sobre su muleta y dice:
–Mañana nadamos, ¿eh?