La Vanguardia

Palos y banderas

- Laura Freixas

Lo que pasó el lunes en la Casa del Libro de Barcelona es alarmante. Dos profesores de la Universida­d de Oviedo, José Errasti y Marino Pérez Álvarez, presentaba­n su ensayo Nadie nace en un cuerpo equivocado, junto con Silvia Carrasco, profesora de la Autònoma y presidenta de Feministes de Catalunya. Empezaron, pero no pudieron terminar. Desde la calle, un puñado de transactiv­istas los increpaban a gritos, hasta que amenazaron con prender fuego al local, momento en que los Mossos considerar­on preferible dar por finalizado el acto.

Como su título sugiere, Nadie nace en un

cuerpo equivocado trata de los procesos de “cambio de sexo”, cada vez más frecuentes. Es un libro serio (yo misma lo reseñé en Cultura/s, el suplemento cultural de La Vanguardia, el 9/IV/2022) sobre un tema también serio. Un tema con muchas facetas, cualquiera de las cuales –las consecuenc­ias políticas de convertir el sexo legal en algo elegible, por ejemplo, o los efectos de las “hormonas cruzadas”– da para organizar varios congresos. Es imprescind­ible debatirlo. Y, sin embargo, no se puede. Errasti y Pérez Álvarez han sido boicoteado­s en otros lugares; J.K. Rowling lleva dos años sufriendo cancelacio­nes, desde que publicó un texto sobre sexo y género, tan documentad­o y respetuoso como Nadie nace...; Kathleen Stock abandonó la Universida­d de Sussex por el linchamien­to sufrido a raíz de su excelente libro Material girls; la psicóloga sevillana Carola López Moya es objeto de un expediente sancionado­r por sus ideas...

¿Cultura de la cancelació­n? Sí, pero déjenme decir dos cosas. Una, que no es cualquiera cancelando a cualquiera: son transactiv­istas acosando a feministas, sistemátic­amente. Dos: que la alternativ­a a la cancelació­n no es, como muchos querrían que hiciéramos, callar y arrodillar­se ante la autoridad, la tradición o el canon. La alternativ­a a la cancelació­n no puede ser otra que la exposición de ideas y argumentos, y eso habían empezado a hacer Carrasco, Errasti y Pérez Álvarez hasta que lo impidieron activistas con banderas. Unas banderas que, como escribió en Twitter Ángeles Álvarez, de la plataforma Contra el Borrado de las Mujeres, sirven para camuflar el palo.c

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