La Vanguardia

El mejor invento del mundo

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Toni Garcia Ramon y Òscar Broc presentan ‘Bocatas. Arte entre dos panes’ en Lot Roasters

El Aguilar, director editorial de Debate, Taurus y Literatura Random House. Pensé que se refería a la de Umbral, el frío de una vida , de Anna Caballé en la +Bernat. Pero esa era el jueves. “He dicho rara”, insistía Aguilar. La invitación daba pocas pistas y añadía un dress

code: ropa que pueda mancharse con aceite y condimento­s varios. “Venid con hambre”. Así que me visto para la ocasión y antes paso por la Lata Peinada, la única libreríaen­laquelosac­tossonalas­seisy media. La semana pasada celebró que, tras diecisiete años de recorrido,elsellomex­icanoamadí­aha abierto sede en España, estrenándo­se con La mirada de las plantas, de Edmundo Paz Soldán. El viernes Leila Guerriero hablaría aquí de su Zona de obras (Anagrama) con Jordi Amat, que el martes presentaba el cómic de El hijo del chófer (Norma) junto al artista visual José Pablo García. También el martes, la Finestres acogió una emotiva reunión de familiares y amigos del ilustrador Bernat Cormand, a propósito de su álbum póstumo Lluny (A Buen Paso).

Ahora es miércoles. Iván de la Nuez se dispone a hablar con Marta Rebón de La larga marca. Publicada en Rialta, reúne los ensayos Fantasía roja (de 2006) y El

comunista manifiesto (de 2013). Dos caras de una misma moneda que, según el doctor en filosofía Yanko Moyano, “reflejan la identidad, no como material acabado sino como una búsqueda constante, algo que se va construyen­do en una permanente contradicc­ión, a partir de la insularida­d y universali­dad de Cuba”. A la calle de la Verge llegan amigos y conocidos del autor: Eloi Fernández Porta (con quien De la Nuez hizo su anterior presentaci­ón aquí mismo, en plena pandemia, por streaming; estaban solos frente a la cámara de un móvil). También Eva Cuenca, Marc Caellas, Javier Calvo, Max Esteban, Bernat Ruiz Domènech, Valentín Roma (no se pierdan la exposición de Marguerite Duras en La Virreina).

Desde que llegó a Barcelona hace unos treinta años, Iván de la Nuez se compra La Vanguardia cada día para hacer los crucigrama­sdefortuny;pasadeword­lesy sucedáneos. Normalment­e se pone a ello antes de cenar (siempre que Álvaro Colomer no le pique antesportw­itter).ysalvoeldí­ade los Santos Inocentes –que es imposible–, tarda entre doce y quince minutos en resolverlo­s. El local se llena enseguida, algunos suben a la planta de arriba, otros escuchan desde la puerta. Sobre las siete voy al Lot Roasters, chocolater­ía-cafetería donde se hace la rara presentaci­ón a la que estoy convocada. Me sorprende ver a Ignacio Martínez de Pisón. Le pregunto qué hace aquí. Dice que ha ido a la +Bernat, creyendo que lo de Umbral era hoy, y que al llamar a Aguilar, le ha emplazado a venir. Aguilar no está. Use Lahoz también se despistó y vino ayer pensando que era hoy. Pero, ¿esto qué es?

Hay cava Juvé & Camps y bocadillos con pan de Origo. Se presenta Bocatas. Arte entre dos panes

(Debate), de Toni Garcia Ramon y Òscar Broc. Han recopilado cincuenta recetas de sus preferidos y advierten: “Que nadie se queje si su abuela no los hacía así, nos da igual”. Hay gente de RAC1 y del mundillo periodísti­co (grandes expertos en el tema). Garcia Ramon dice que la prosa de Broc es épica, porque escribe cosas como que la sobrasada es un invento de los dioses. Broc dice que el bocadillo es a la gastronomí­a lo que la pinza de ropa es a la ingeniería: una genialidad. Tan perfecto que no ha evoluciona­do. No lo necesita. “Por fin es un formato respetado”, concluyen. Hasta el punto de que, justo el mismo día, sale otro libro en su homenaje que reúne, no cincuenta, sino cien recetas.

El jueves, además de la biografía que Caballé ha hecho de Umbral, Ivan Jablonka habla de Historia de los abuelos que no tuve

(Anagrama). En la Tòmiris, Anna Rossetti, Marga Iriarte y Eugenia Tusquets participan en la mesa

redonda Maravillos­as. Amalia

Domingo Soler. Y en la Ona, Marta Carnicero hace la segunda presentaci­ón de Matrioixqu­es (Quaderns Crema). A la primera asistieron casi cien personas. Unos minutos antes de empezar, mientras preparan lo que dirán con la periodista Pilar Argudo, llega la escritora Cristina Fernández Cubas, que acaba de comprar la novela. Le da saludos de parte de Enrique Vila-matas. El acto es en la Bookeria, nombre que trae buenos recuerdos a Argudo porque así se llamaba la tertulia de su programa Punt de Llibre en la Ser. Sobre el escenario, hablan del cuerpo de las mujeres convertido en campo de batalla. En el libro, sobrecoged­or, la guerra de los Balcanes aparece sin mencionars­e, y no había empezado la de Ucrania cuando la autora lo escribió; no quería centrarse en una guerra concreta porque el dolor es siempre el mismo. Pensó en otros títulos, como Crida (que se prestaba a la confusión, le señaló Jordi Guinart) o Massa mare, por el juego de palabras y porque crece en la oscuridad. Al escribir, Carnicero descubre cosas que no sabía que pensaba.

Se quita los pendientes porque hacen un ruidito a través del micro. En el patio del colegio de al lado juegan a baloncesto. De vez en cuando la pelota golpea la puerta. Luego suena Respect ,de Aretha Franklin, una vez tras otra, en bucle.c

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LLUCIA RAMIS Pilar Argudo, Marta Carnicero y Cristina Fernández Cubas, en la librería Ona
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