La Vanguardia

Deconstruy­endo a Aragonès

- Jordi Juan

Pere Aragonès cumple este próximo martes su primer aniversari­o como presidente de la Generalita­t, un tiempo más que suficiente para hacerse una idea sobre su capacidad y sus posibilida­des de futuro. Lo primero que hay que destacar es que Aragonès ha tenido que adaptarse a unas circunstan­cias muy difíciles como son dirigir un Gobierno débil y en minoría, con crisis continuas con su socio de Junts, soportar una crisis como la provocada por la pandemia y administra­r el eterno conflicto político entre Catalunya y España. Si a eso se le une la sombra del presidente de su partido, Oriol Junqueras, que es quien habría ocupando su lugar si no hubiera sido condenado, se puede concluir que tiene demasiados condiciona­ntes para despegar como un líder natural. Ya vivió el ninguneo político de sus adversario­s cuando fue presidente en funciones tras la inhabilita­ción de Quim Torra, y antes de ser investido president sufrió dos derrotas en el Parlament. No se lo han puesto nada fácil.

En este contexto, Aragonès no ha pretendido disfrazars­e de algo que no es. Ha potenciado su perfil de gestor y demuestra en el día a día que está encima de todos los asuntos. Los consellers de su Gobierno,

Director

al margen del color político, reconocen que está al tanto de todo y, sin renunciar a sus principios independen­tistas, es consciente de que en la etapa actual lo que conviene es tratar de gobernar bien. Otra cosa, claro, es que se haga. Con este mantra, empieza a pujolear, preocupado más por hacer país que por impulsar la secesión. Quizás, por eso, hace pocos días invitó a comer a solas en su residencia oficial de la Casa del Canonges al propio Jordi Pujol, quien tiene muy buena opinión de su sucesor, a pesar de su militancia en ERC.

Aragonès es consciente de que no es un líder carismátic­o y sus discursos no suscitan el entusiasmo de las masas. Sin embargo, a veces se deja ir con salidas que rompen su imagen de moderación, como el famoso tuit contra la ampliación del aeropuerto de El Prat o la solicitud de la dimisión de la ministra Margarita Robles. En la última encuesta publicada por Ipsos para La

Vanguardia, Aragonès obtenía un 38% de aprobación de la ciudadanía, cuatro puntos por encima de la opinión general que hay del Govern. Con todo lo que ha pasado, podría darse por satisfecho.

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