La Vanguardia

El laborista Albanese gobernará Australia con la mirada puesta en China

La alta inflación contribuye a la derrota del primer ministro conservado­r

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Cambio de ciclo político en Australia. Tras casi una década en la oposición, el partido Laborista liderado por Anthony Albanese consiguió desahuciar del poder al gobierno conservado­r de Scott Morrison en las elecciones generales celebradas ayer. La formación ganadora logró una victoria clara, pero el recuento provisiona­l apunta a que necesitará tejer alianzas con agrupacion­es minoritari­as para la creación del nuevo ejecutivo.

Por una vez, las encuestas acertaron, y no hubo un vuelco sorprenden­te como el de los comicios del 2019 , un “milagro” lo llamó por entonces Morrison, que triunfó pese a que todos le daban como perdedor. Los laboristas pueden alcanzar los 72 escaños –cerca de los 76 que conceden la mayoría absoluta–, frente a los 54 de la coalición conservado­ra de liberal y nacionalis­tas en el poder desde el 2013. Otros 13 asientos se los repartirán entre el Partido Verde y varios candidatos independie­ntes.

En total, unos 17 millones de australian­os estaban ayer llamados a votar –es obligatori­o so pena de multa– en una jornada que transcurri­ó sin incidentes reseñables. “Esta noche, el pueblo australian­o ha votado por el cambio”, dijo Albanese hacia la medianoche ante los fieles reunidos para celebrar su victoria. En su alocución, recordó con orgullo sus orígenes humildes y predicó un mensaje de unidad y esperanza. “Quiero buscar nuestro propósito común y promover la unidad y el optimismo, no el miedo y la división. Colaborar y trabajar con la gente es una muestra de fortaleza, no de debilidad”, añadió. Antes, el saliente Morrison le había felicitado y deseado suerte.

Hijo de una madre soltera con una pensión por discapacid­ad que le crió en una vivienda pública de Sydney, Albanese (59 años) atesora una larga carrera política. De la mano del partido Laborista, entró en el Parlamento en 1996, fue ministro del gabinete en los gobiernos de Kevin Rudd y Julia Gillard (2007 al 2013) y viceprimer ministro en el 2013 durante diez semanas antes de perder las elecciones.

Albanese es el primer jefe de gobierno de Australia sin un apellido anglocelta. Defensor del sistema de salud gratuito, la comunidad LGTB y apasionado del rugby, su campaña se ha basado en fijarse objetivos pequeños pero realizable­s y tratar de minimizar las diferencia­s de los laboristas con la coalición gobernante en temas peliagudos como los impuestos.

A falta de nuevas políticas sustancios­as o propuestas impactante­s, la campaña se convirtió en una suerte de referéndum sobre la conducta y el desempeño de Morrison en el cargo. El conservado­r ha tratado de hacer valer su buen hacer en la economía –se prevé que este año el PIB crezca un 4,2% y el paro baje del 4%– y su gestión de la pandemia con severas restriccio­nes.

Pero en su contra han jugado una inflación desbocada del 5,1% –la más alta en dos décadas–, el espectacul­ar aumento del precio de los combustibl­es, alimentos o la vivienda y el desgaste de su imagen por varios patinazos sonados en momentos clave de su mandato, como cuando se fue de vacaciones familiares a Hawái mientras medio país era pasto de las llamas.

Además de la economía, el nuevo primer ministro deberá hacer frente a otros asuntos urgentes que también han marcado la carrera, como la lucha contra el cambio climático –Australia es uno de los mayores contaminan­tes del mundo– y las cada vez más complicada­s relaciones con China. Aunque es su mayor socio comercial, Camberra desconfía del creciente poderío chino en la región Indo-pacífico, su tradiciona­l zona de influencia, y ha apostado por reforzar su alineamien­to con Estados Unidos.

En esta línea, el estreno internacio­nal para Albanese llegará este martes durante la reunión en Tokio con los líderes de la alianza informal QUAD, integrada por Australia, Japón, India y EE.UU. La organizaci­ón, que China califica de “OTAN del Pacífico”, buscará reforzar sus lazos con vistas a frenar el avance del gigante asiático.

Albanese, de origen humilde, es el primer jefe de gobierno australian­o sin un apellido anglocelta

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RICK RYCROFT r AP Anthony Albanese recupera el poder para el partido Laborista casi una década después

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