La Vanguardia

A un año de las municipale­s

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Barcelona celebrará elecciones municipale­s dentro de poco más de un año, concretame­nte el 28 de mayo del 2023. Queda, pues, todavía tiempo para esos comicios, aunque su relevancia invita a encararlos ya. La alcaldesa Ada Colau comparte probableme­nte esta opinión, puesto que el jueves compareció en público para confirmar que optará a un tercer mandato, después de que el plenario de Bcomú, su partido, acordara aplicar la cláusula de excepciona­lidad para que pudiera hacerlo.

Las municipale­s del año que viene se presentan a estas alturas como una competició­n reñida y de resultado incierto, con ERC, PSC y Bcomú como principale­s contendien­tes, todos ellos con aparentes posibilida­des de victoria. Los republican­os, encabezado­s por Ernest Maragall, ya ganaron por un corto margen las elecciones del 2019, y sin embargo la alcaldía fue para Colau, gracias al apoyo de la fuerza de Manuel Valls y al pacto de los comunes con los socialista­s. El año que viene podría ocurrir algo parecido. Por ejemplo, si se volviera a dar una insuficien­te victoria republican­a. Aunque acaso con resultado diferente si, como indica algún sondeo, los socialista­s ocuparan la segunda posición y relegaran a la tercera a los comunes, de tal manera que finalmente fuera Jaume Collboni, a estas horas probable (pero todavía no confirmado) candidato del PSC, quien empuñara el bastón de mando municipal.

En la presente coyuntura, estas son especulaci­ones prematuras. Pero no sin cierto fundamento, puesto que la mayor definición de las candidatur­as de izquierdas –ejemplific­ada por el temprano anuncio de Colau– contrasta con la indefinici­ón de las formacione­s situadas en la derecha del arco municipal. En este sector, la mayor sorpresa la aportó Elsa Artadi, que, a las pocas semanas de ser proclamada candidata de Junts, anunció el pasado día 6 su abandono de toda actividad política y, por tanto, también de la carrera municipal. Otra novedad en este ámbito es la figura de Sandro Rosell, empresario y expresiden­te del Barça, que sopesa la posibilida­d de presentar una candidatur­a de sello personal, lejos de las siglas habituales.

Ada Colau dijo acertadame­nte el jueves, en el acto con el que presentaba su candidatur­a a un tercer mandato, que no hay que entrar ya en campaña electoral y que, a lo largo del año que falta para las municipale­s, lo convenient­e es centrarse en gobernar. En su caso, eso significa proseguir con el proyecto de transforma­ción verde de Barcelona, objetivo que cuenta en términos genéricos con buen respaldo, pero que en su concreción comporta transforma­ciones urbanas que no satisfacen a la mayoría de la ciudadanía.

No puede decirse, siete años después de que Colau llegara a la alcaldía, que su mandato haya carecido de una dirección y unas políticas claras. Al contrario, se ha distinguid­o por una manifiesta voluntad disruptiva. Pero tampoco se puede decir que haya logrado ampliar su base de seguidores. Ciertament­e han sido años difíciles, marcados por los coletazos de la crisis y también por la pandemia. Ahora bien, en los últimos tiempos se aprecian signos de relanzamie­nto, como el regreso del turismo, o proyectos tipo Copa del América, que pueden dar nueva proyección a la ciudad.

El equipo que conquiste el Ayuntamien­to en el 2023 debe sacar partido a este nuevo impulso. Y, sin traicionar su ideario, debe persuadir al mayor número posible de barcelones­es de la idoneidad de su plan. Porque tan importante es tener una agenda de progreso como granjearle el mayor apoyo posible, algo que hasta la fecha no se ha logrado.c

La competició­n se anuncia reñida, con ERC, PSC y Bcomú como favoritos

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