Nos vomitarán de Su boca
Paseo estos días por Estocolmo, la ciudad sin mascarillas, y, bajo el sol sobrevenido, a mis amigos suecos les invade una extraña y profunda melancolía: la del que sabe que abandona algo muy preciado (en su caso, es la neutralidad militar) pero a la vez –como si estuvieran poniendo punto final a la juventud– que no existe otro camino que hacerlo y que, tras ello, el mundo ya no volverá a ser el mismo. No entran en la OTAN por amor ni con ilusión, así de repente, sino por miedo a perderlo todo.
Los nórdicos miran los reflejos del agua desde los puentes y se acomodan al nuevo mundo, en el que ellos ya no son el modelo. Corren malos tiempos para los equidistantes, las terceras vías, los puntos medios aristotélicos, los paños calientes, los cascos azules, los ambiguos, los tolerantes, los diplomáticos y hasta para los bien educados. Que se escondan bajo la cama, hasta que llegue una nueva era, aquellos que no vean el mundo en blanco y negro: los que no querían la independencia pero estaban a favor de un referéndum, los que rechazan los sistemas políticos autoritarios pero también el capitalismo salvaje, los culés que valoran que el Espanyol juegue la Europa League, los que creen que la gente puede escoger su género aunque entienden que en el deporte las normas sean más restrictivas, los que beben con moderación, los que aman la primavera y el otoño, los que no se sabe si suben o bajan la escalera, los que leen a Arturo Pérez-reverte y a Cristina Morales, los que van al Sónar y al Palau de la Música, los que no se acercarían mucho ni a Johnny Depp ni a Amber Heard, los que se sienten de varios países, los que leen la Biblia o el Corán sin ser creyentes, los que dudan de a qué clase social pertenecen, los que se toman el café con poco azúcar, los que estudian a la vez ciencias y letras, los que encuentran la parte de razón del adversario... Que se escondan, que disimulen lo mejor que puedan o que corran a hacerse de un bando y vociferen con grandes aspavientos porque a los tibios nos vomitarán de Su boca (Apocalipsis 3: 15-16) y encima colgarán el vídeo en Twitter.c