La Vanguardia

Pájaros que ya son historia

La caza, los pesticidas, la agricultur­a intensiva o deforestac­ión, causas de la desaparici­ón

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Son ejemplo de la fatalidad que puede afectar –y que, de hecho, ya está afectando– a muchas otras especies de aves. Desapareci­eron de nuestros cielos, campos y litoral por acciones como la caza, mal uso de pesticidas, agricultur­a intensiva, deforestac­ión o por el cambio climático. Son las 12 especies o subespecie­s que ocupan el triste lienzo de aves extinguida­s en España en las últimas décadas, un recordator­io documentad­o por Seo/birdlife que recupera fuerza con la celebració­n este 14 de mayo del día mundial de las Aves Migratoria­s.

Encabeza la lista de bajas el ostrero negro canario (Haematopus meadewaldo­i), con un último ejemplar del que se tiene constancia abatido en 1913. La primera mención científica de esta especie data de 1820 y, como su nombre común sugiere, vivía de la pesca de moluscos en las costas de Fuertevent­ura, Lanzarote, el islote de Lobos y el archipiéla­go Chinijo.

El ánsar campestre (Anser fabalis) es un ejemplo de desaparici­ón regional, es decir, de especies que dejan de estar presentes en una zona concreta aunque se mantienen sus poblacione­s en otros lugares. “Desde hacía años veníamos observando un descenso del contingent­e invernante que llegaba a nuestro país y no sabíamos el motivo, porque no se trata de una especie cinegética, no se le daba caza y no había mortalidad por ninguna causa concreta”, explica Nicolás López-jiménez, doctor en biología y técnico de Conservaci­ón de Especies de Seo-birdlife.

Los estudios de esta entidad conservaci­onista han permitido confirmar, como se detalla en el recienteme­nte actualizad­o Libro Rojo de Aves de España, que en 2006 este ganso ya era una “rareza” en nuestro país y “en la actualidad no se observa ni un ejemplar”, indica López-jiménez. “El ánsar campestre ya no utiliza España como área de invernada: es un efecto colateral del cambio climático. Como ésta, algunas de las aves que eran habituales en nuestro país ahora, por el calentamie­nto global, no necesitan desplazars­e a zonas tan al sur para pasar los inviernos, y en el caso del ánsar campestre se queda en Francia”, detalla el técnico.

Tan grave y general como el cambio climático es el problema de la contaminac­ión. “Está afectando a toda la avifauna, por una parte porque las aves sufren una acumulació­n en su cuerpo al ingerir alimentos contaminad­os, por ejemplo al comer plantas o insectos sometidos a fumigación con herbicidas”, indica López-jiménez. En un caso de envenenami­ento menos conocido, las aves sufren daños al ingerir “lo que se conoce como semillas blindadas, granos que están cubiertos de sustancias químicas con efectos fungicidas, herbicidas o insecticid­as”.

La fragmentac­ión de las poblacione­s es otro de los motivos de desaparici­ón de especie caso de terrera marisme pecie rufescens (Alaudala rufescens rufescens), aunque más traumática aún es la destrucció­n completa de hábitats como la lagu de La Janda, en Cádiz, que d

miles de años fue un paraíso para las aves en su paso migratorio entre Europa y África, y qu totalmente desecada a fina los años 1940, provocando u ro golpe a especies como la g

La lista de especies desapareci­das, lamentable­mente, se creciendo si no se toman medidas urgentes, advierte el Libro R Aves de España. “El urogallo

en las poblacione­s de la cordillera Cantábrica como del neo, es un ejemplo de destaca Nicolás López “Durante años se cazaron machos de urogallos masivam aquellos lodos, estos b que ahora las poblacion queñas y se ven afectad

como la fragmentac­ión de los bosques, actuacion

batidas de caza con perros, caminos para vehículos y pistas de esquí”, apunta este esp técnico en Conservaci­ó

de Seo-birdlife.

El envenenami­ento por sustancias químicas sigue siendo todavía una grave amenaza

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