Desplechin decepciona y Miller despista con su cuento de hadas
Ethan Hawke presenta su docuserie sobre Newman y Woodward
Las relaciones familiares dan mucho juego en el cine, sobre todo si son tóxicas. Arnaud Desplechin ya indagó en ese pozo de emociones conflictivas caseras en Un cuento de Navidad, por la que optó a la Palma de Oro en 2008, y lo vuelve a hacer ahora con Frère et soeur, con la que aspira de nuevo a premio. El asunto es que el resultado le ha salido por la tangente. Una decepción total, vamos. Ni el talento de Marion Cotillard salva una función de casi dos horas que no hace más que ir a la deriva en este melodrama sobre la mala relación entre dos hermanos. La actriz francesa, que en la anterior edición inauguró la Croisette por todo lo alto con el musical Annette, interpreta a Alice, una actriz de renombre que hace veinte años que no se habla con su hermano menor Louis, un escritor al que da vida Melvil Poupaud.
El filme arranca cuando ella y su marido acuden a casa del hermano para darle el pésame por la muerte de su hijo de tan solo seis años. Louis estalla hecho una furia cuando los ve y les echa en cara que no hubiesen conocido en vida al pequeño. Años después, un accidente de coche en el que están involucrados los padres de ambos sirve de forzado reencuentro para que la narración deambule por el origen del conflicto. Esa semilla parte de un odio irracional de la hermana hacia la creciente fama de Louis que rompe a la familia por entero. “El cine me ayuda a reparar mis miedos y por eso esta película es un viaje hacia la luz”, aseguró el director en una rueda de prensa en la que Cotillard incidió en la dualidad de su personaje. “Es dura y tiene mal carácter, pero también es dulce y ama a su hermano pero no sabe cómo hacerlo”. Si ella lo dice...
Fuera de competición había expectación por ver Tres mil años esperándote, la nueva película del australiano George Miller, que pisó por última vez la Croisette en 2015 con la arrolladora Mad Max: Furia en la carretera. Con Idris Elba y Tilda Swinton –otra abonada al festival– como protagonistas, el realizador se pasa a las antípodas de su célebre saga apocalíptica para descolocar al respetable con un cuento de hadas moderno que reivindica el poder de las historias y que en España se estrenará el 2 de septiembre.
Swinton hace aquí de una solitaria intelectual que viaja a Estambul para una conferencia y compra una botella antigua en un mercadillo. Cuando la destapa en la habitación de su hotel libera a un genio, al estilo de Aladino y con el rostro de Elba, que le concede tres deseos. Vestida con su inseparable albornoz, la mujer se resiste a expresarlos y elige escuchar las aventuras que el mago le explica sobre cómo ha llegado hasta ahí. Miller quedó impactado cuando leyó uno de los cuentos de la antología de la inglesa A.S. Byatt y decidió llevarlo a la gran pantalla. “La historia es fuerte y me parece que contiene casi todos los grandes temas que afectan al ser humano”, apuntó sobre un filme impregnado de fantasía. “Lo bueno del poder de las historias es que están abiertas a la interpretación de cada espectador”, señaló. Y Swinton, para la que trabajar con Miller ha sido un “honor inmenso” y “una clase magistral” diaria, fue más allá en su advertencia de la necesidad de huir de “una sola historia”.
Y para historia única la que vivieron Paul Newman y Joanne Woodward durante el intenso medio siglo que estuvieron juntos hasta la muerte del actor a los 83 años y que recupera el actor y director Ethan Hawke en formato de docuserie de seis capítulos. La sección Cannes Classics acogió ayer la tercera y cuarta entrega de The last movie stars, con producción ejecutiva de Martin Scorsese, que relata el romance así como diferentes aspectos de la vida y obra de esta inolvidable pareja a través de varias entrevistas, incluidas sus hijas.
George Miller introduce a Tilda Swinton y a Idris Elba en una fantasía con genio de la lámpara