La ira del Lyon

Le preguntaron a Alexia Putellas al acabar el partido por la permisividad de la árbitra finlandesa, y la capitana contestó como merecía la pregunta, obviándola, pidiendo disculpas a los aficionados desplazados, sugiriendo a sus compañeras un ejercicio de autocrítica ante la mala actuación y reclamando mayor competitividad en la Liga española para acercarse al ritmo y la intensidad de las francesas, hoy inalcanzables. El Barça no jugó nada bien en Turín, apenas se pareció a sí mismo como colectivo, y sus jugadoras fueron superadas por un adversario sólido y además herido cuyas futbolistas comparecieron con esa cara que ponen los viejos campeones cuando se les acerca un aspirante insolente dispuesto a discutirles la hegemonía. Ni respirar pudieron. Las futbolistas del Barça suelen esquivar la presión defensiva a través de la precisión en el pase, con combinaciones eléctricas y sin apenas pérdidas de balón. Al Lyon ese juego no le anestesia. Le motiva. Las blaugrana notaron el aliento de sus oponentes en cada posesión y, acostumbradas a situaciones de partido más cómodas, no se repusieron del estrés hasta que llegó el intermedio. Equipo muy sólido en defensa, compacto entre líneas y meteórico y letal en sus transiciones, el Lyon expuso sobre el terreno lo que su líder, la noruega Ada Hegerberg, verbalizó hace unos días. “Ya había fútbol antes de ellas”. La ira. La rabia. Reconozcámoslo. Del peligro del Lyon el barcelonismo ambiental cayó en la cuenta durante el partido. Antes, poco caso. Pantallas gigantes, planes de rúa y esa autoridad moral sobre el propio modelo que solo sirve para autoengañarse si se olvida que debe ir acompañado de una actitud e intensidad competitivas para sobrevivir en el presente. El Barça femenino se ha ganado ser profesional. El discurso de Putellas es el de una profesional del fútbol. Sin excusas.c

Putellas ejerció de capitana: la autocrítica es el camino