La Vanguardia

Otro equipo con el que sufrir

- JUAN BAUTISTA MARTÍINEZ Barcelona

Han logrado lo impensable. Han conseguido lo inimaginab­le. No solo reinar en Europa como hicieron la temporada pasada. No sólo llegar de nuevo a la final continenta­l. No, más allá de eso, se han convertido en un fenómeno social en Barcelona. Han llevado a las masas a interesars­e por el fútbol femenino. Han llenado dos veces el Camp Nou. Se han convertido en otro equipo del Barça con mayúsculas. Otro equipo al que seguir. Otro equipo con el que vibrar. Y, por supuesto, otro equipo con el que sufrir y con el que llorar, como lo hacía desconsola­da sobre el césped Alexia Putellas al confirmars­e la derrota. Porque las ganadoras se demuestran al no conformars­e con nada.

El Barça no cerró el círculo. El maravillos­o viaje del Barcelona no tuvo el final ideal. La revolución blaugrana no fue suficiente ante el auténtico dominador histórico, el tremendo Olympique de Lyon, el mismo que las vapuleó en el 2019, el mismo

En el primer desplazami­ento masivo por el Barça femenino se descubrió el sabor de la derrota

que ha sido casi infranquea­ble durante temporadas y temporadas.

El Barça de la ilusión, de la Balón de Oro, del fútbol de autor, vivió una noche memorable, no por el resultado, adverso, sino porque por primera vez provocó que más de 10.000 barcelonis­tas se desplazara­n para un partido de fútbol femenino. El palco estaba a rebosar de autoridade­s, desde el presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès, hasta la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pasando por el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, y el presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, que departió con el del Barça, Joan Laporta.

Esa etiqueta de pioneras no se la puede quitar nadie a las mujeres entrenadas por Giráldez, pero eso no debe esconder un revés rotundo y claro.

Todo ese impacto y movimiento social no fue suficiente ante un rival superior, poderoso y experiment­ado. Solo Putellas, que terminó la competició­n como máxima goleadora, con 11 tantos, pudo perforar la portería francesa.

Por un momento pareció que el marcador iba a ser sonrojante, tal era la diferencia de contundenc­ia entre los dos equipos. Segurament­e para muchos aficionado­s y aficionada­s el partido significar­á el descubrimi­ento de la derrota, sobre todo para aquellos niños y niñas que se han movilizado desde hace unos meses para seguir a un equipo que rompía todos los registros y que no perdía nunca. Pero al final en el deporte siempre se pierde. Es más habitual no ganar que hacerlo. Y si no, que le pregunten al Barça masculino.

Si tras la final de hace tres años el proyecto barcelonis­ta se decantó por extremar la profesiona­lización y por aumentar la inversión, el reto ahora es seguir apostando por un equipo que a nivel de imagen ha sido muy rentable para una institució­n que no vive para nada su momento más boyante. No habrá rúa, pero el trayecto no puede ser en balde.c

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Una decepciona­da Alexia Putellas, junto al trofeo que se llevó el Olympique de Lyon

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