Escarceos sexuales
Hay palabras que atraen como el chasquido de un látigo negro y escarceo es una de ellas. Y si el escarceo es sexual y no un movimiento del mar –otra acepción–, la cosa se pone cachonda. De ahí que ayer, tomando un café en Sevilla, me atrapase un titular del Abc sobre la Cartuja: “Los escarceos sexuales que atraen a delincuentes”.
Al parecer, lo que atrae a los delincuentes al entorno de la Expo de 1992 no son los escarceos sexuales en sí, sino los de las personas que acuden a la zona en busca de emociones aunque no del tipo que les procuran los malhechores.
Algo me dice que el diario se refiere a escarceos sexuales entre hombres, el llamado cruising, que no guarda relación con la afición de las esposas de los inversores de Texas por surcar los mares en cruceros y bailar la conga en la fiesta de gala del capitán (aunque desde lo de Schettino...).
No hay derecho de que estas cosas sucedan en pleno siglo XXI y la gente no pueda practicar el aquí te pillo, aquí te mato en lugares despoblados y sin cobertura lumínica, aprovechando la primavera sevillana y el ahorro energético.
Y es una pena porque entre los móviles –que todo lo ven y lo graban–, estos ladrones que no respetan nada y el usufructo de los pisos por parte de los hijos, los escarceos sexuales van a la baja en las calles de España, donde ya es más fácil dar con una celebración del Real Madrid que con unos amantes que escarcean todo lo que pueden y les dejan.
Esta vez nadie pide más policías, sino menos ladrones en la Cartuja, vía pública y, al tiempo, íntima. Alguien replicará que practiquen los escarceos en sus casas o se vayan a Cap d’agde, la Disneylandia del libertinaje, tan cerca y tan lejos de Barcelona, donde la gente practica el amor libre multitudinario junto al Mediterráneo y en cueros, lo que desincentiva a carteristas, navajeros o descuideros.
Yo sería partidario de que las ciudades añadan a los carriles bici, las playas caninas y las supermanzanas unos espacios seguros, saludables y sostenibles sin humo para los escarceos sexuales, lo que dinamizaría los barrios y la interacción vecinal.c
Las urbes deberían crear espacios sin humo para la práctica del escarceo sexual