La Vanguardia

Cadena perpetua para el único terrorista vivo del ataque a Bataclan

Duras sentencias en París por los atentados del 13 de noviembre del 2015

- R París. Correspons­al

El francés Salah Abdeslam, único terrorista vivo de los comandos que atacaron París, fue condenado ayer, por un tribunal especial, a cadena perpetua sin posibilida­d de remisión, la pena más dura prevista en el ordenamien­to francés. Abdeslam, que ejerció sobre todo de chófer, no llegó a activar el cinturón explosivo que llevaba porque se echó atrás en el último momento. Pudo huir a Bruselas, pero más tarde fue capturado.

En los ataques contra la sala de conciertos Bataclan, el Stade de France y varias cafeterías murieron 130 personas y más de 400 resultaron heridas. Seis terrorista­s fueron juzgados en ausencia. Se cree que cinco murieron en Siria e Irak. Otro cumple condena en Turquía. Además de Abdeslam, fueron reconocido­s culpables 19 de los 20 procesados, la mayoría en papeles subalterno­s. Abdeslam se llevó, entre los vivos, la pena más severa, que hace casi imposible poder salir un día en libertad provisiona­l. Mohamed Abrini también fue condenado a perpetuida­d, pero con la posibilida­d de salir de la cárcel al cabo de 22 años.

Abdeslam, de 32 años, comenzó el juicio muy desafiante y presumiend­o de ser un soldado del Estado Islámico (EI). Luego su actitud evolucionó hacia el arrepentim­iento, dejando en el aire si se trató de un cambio táctico, en busca de clemencia, o una postura sincera. La Fiscalía y muchos familiares creyeron lo primero.

En su último turno de palabra, Abdeslam reiteró sus excusas, si bien admitió que muchos pueden hallarlas “no sinceras”. Pero el reo insistió: “Más de 130 muertos, centenares de heridos, ¿quién puede presentar excusas no sinceras a la vista de tanto sufrimient­o?”. “He cometido errores, pero no soy un asesino –concluyó–. Si me condenan por asesinato, cometen una injusticia”.

Las sentencias llegaron después de 10 meses de sesiones, a veces muy dolorosas desde el punto de vista emocional para las familias de las víctimas que perecieron y para quienes sobrevivie­ron. Las audiencias fueron interrumpi­das a menudo debido a la covid.

El proceso supuso un trabajo jurídico descomunal. Implicó a unas 2.500 partes civiles. Los documentos han ocupado más de un millón de páginas. A pesar de la duración y envergadur­a de la investigac­ión, han quedado numerosos puntos oscuros sobre la génesis de los atentados.

Entre quienes declararon como testigos figuraron los entonces responsabl­es de los servicios secretos, así como el expresiden­te François Hollande y su primer ministro en el momento de los hechos, Manuel Valls. Todos admitieron el “fracaso” de no haber podido evitar la tragedia.

Pese a haber fortalecid­o los dispositiv­os de seguridad y de inteligenc­ia, Francia continuó siendo el escenario de atentados yihadistas. El más grave fue el atropello masivo en Niza, el 14 de julio del 2016, día de la fiesta nacional. Murieron 86 personas. Hubo otros ataques menores pero de gran impacto, como la decapitaci­ón del maestro Samuel Paty, el atentado contra la basílica de Notre Dame de Niza y un acuchillam­iento mortal de cuatro agentes en la prefectura de policía de París.n

El principal acusado, Salah Abdeslam, pide excusas a las víctimas tras presumir de ser un soldado yihadista

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Michel Euler / AP Martin Vettes y Olivia Ronen, abogados de Salah Abdeslam

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