Barcelona es danza
La ciudad y directivos de ballet de toda Europa viven un gran estreno del Grec
Fue como descorchar un espumoso tras dos años de sed: una explosión de vida. Barcelona asistía anoche a una excepcional inauguración del Grec. En muy raras ocasiones el festival ha arrancado con danza, y el Nederlands Dans Theater (NDT) llegaba con un programa que era una declaración de intenciones: a por todas, adelante, inyección de optimismo, de caos y orden, de inquietud y aparente paz... Barcelona estaba viva.
Y la ciudad compartía su vitalidad con responsables de las casas de danza de toda Europa: del Sadler’s Wells y The Place a la Dancehouse Lyon, el Areal, el ICK de Amsterdam, la Tanzhaus NRW, el Centro per la Scena Contemporanea, la Tanzhaus Zürich, el Dance East, el Dance Limerick, la Dans Brabant... La celebración de la asamblea general de la European Dancehouse Network, a la que pertenece el Mercat de les Flors, coincidía felizmente con el festival. Y todos ellos pudieron ver anoche, en Montjuïc, el mejor escaparate del verano musical barcelonés.
En un Grec dedicado a Europa, la idea de Cesc Casadesús, su director, fue traer la mejor danza del continente pero con coreógrafos que proceden de fuera y aportan a la cultura europea, como el estadounidense William Forsythe, el tótem de la danza deconstructiva que lleva toda su vida en Frankfurt, y que presentó esta provocadora y siempre inesperada y chocante One flat thing, reproduced (2000) con música de Thom Willems. O la intensa israelí Sharon Eyal, que en Bedroom folk (2015) parece invitarnos a ver la vida privada de los vecinos. Una figura local, la valenciana Marina Mascarell, afincada en Países Bajos y ahora coreógrafa de la NDT, arrancó la noche con una propuesta dulce que dejó el Valse triste de Sibelius suspendido en la atmósfera.
A ninguno de los invitados a la inauguración se le escapaba cuán excepcional es que la NDT I salga de gira. Y esta es de sus primeras excursiones tras la pandemia. De hecho, su presencia en el Grec se debe a la lluvia que cayó sobre este mismo escenario un día de verano del 2019, arruinando la actuación del Ballet BC Vancuver que por entonces dirigía Emily Molnar. La coreógrafa canadiense se comprometió entonces a regresar al festival barcelonés. Pero inmediatamente asumió la dirección de la NDT, donde en pandemia se ha dedicado a renovar la compañía y a hacer encargos a coreógrafos jóvenes, para recuperar su espíritu primigenio. Lo que supone buscar un equilibrio entre el repertorio más conocido y los mundos nuevos. La visita que le debía a Barcelona ha supuesto, pues, movilizar a la compañía neerlandesa que tan de cerca ha seguido el público barcelonés desde que en los años ochenta Nacho Duato fuera una de sus figuras. Prueba de
El Nederlands Dans Theater insufla vida, optimismo, caos, orden e inquietud en el escenario de Montjuïc
ello es que las 4.000 entradas para las dos funciones inaugurales se agotaron en cuatro días.
La llegada al Grec fue un festín de rostros conocidos. Se había dado cita todo el mundo teatral, cada vez más afín a la danza. Los actores han descubierto que sin el cuerpo no son nada y sienten curiosidad por la coreografía... La representación política e institucional se correspondió con la importancia del acto. No faltó la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ni la consellera Natàlia Garriga, el teniente de alcalde Jordi Martí o la presidenta del Parlament, Laura Borràs.
La noche permaneció despejada hasta la hora del cierre del teatro, que para celebrar el fin de la pandemia se alargará este Grec hasta las 2.00 horas de la madrugada. Algo muy recomendable cuando la danza ha disparado la adrenalina. La próxima semana, la cita imperdible es con Lali Ayguadé en el Mercat, y dentro de quince días, con La Veronal en el TNC.