El orgullo de un país de estima baja

Lo peor de la derrota de Manny Pacquiao ante el fanfarrón de Floyd Mayweather en el MGM de Las Vegas en el 2015 fue la profunda decepción que causó en Filipinas, siete mil islas, una diáspora laboral única y un pueblo sentimental, de corrupción alta y autoestima baja. Aquel día, todo el país estaba ante el televisor, pendiente del Campeón del pueblo, según una resolución del Congreso de Filipinas, y no pudo ser. Decisión unánimes de los jueces. Llegó el declive, los combates menores, tras una carrera impresionante por la ferocidad de sus contrincantes mexicanos, una escuela donde nadie retrocede un paso, pase lo que pase. Los cuatro enfrentamientos contra Juan Manuel Dinamita Márquez, son antológicos. Y de los que pasan factura, aunque ayer Pac man parecía un chaval que no se cerraba en banda a la posibilidad de volver al ring. Ojalá que no, senador.