La Vanguardia

Y el crío imparte lecciones

Carlos Alcaraz se crece en su segunda cita para arrollar a Tallon Griekspoor y se cruza con Oscar Otte; Novak Djokovic apenas halla oposición en Kokkinakis

- Sergio Heredia Barcelona

Carlos Alcaraz (19) dice:

–Esta vez vengo a Wimbledon para aprender. No me veo para nada como favorito.

Y quien le escucha arquea una ceja, tan sorprendid­o como escéptico, pues el joven talento de Murcia, aun teenager , no es aprendiz de tenis, sino más bien maestro: con sendos aces despacha sus dos primeros sets.

El Wimbledon del Centenario profundiza, se sumerge en la primera semana, y allí donde algunos se ausentan (Berrettini y Cilic, tumbados por la covid; Ruud, tumbado por Humbert; Augeralias­sime, tumbado por Cressy; Muguruza, víctima de sí misma), se hace grande el teenager Alcaraz, el crío que dice haber ido a Londres para aprender y que, contradici­éndose, imparte lecciones.

En la pista 2, escenario tan coqueto como esquinado, pegada a la Church Road, corre el fresco de la tarde londinense y corre que corre Tallon Griekspoor (25 años, 53.º del mundo hoy), manipulado por Alcaraz, el mismo que hace dos días las había pasado canutas ante el gigantón Struff y que esta vez ya no deja que mande el otro en el jardín. Manda él.

Con un ace abre el partido (suma 9 aces al final) y a partir de ese instante se aposenta y acogota a Griekspoor, barbilampi­ño en Wimbledon, donde solo ha ganado un compromiso, el de su primera ronda aquí, ante el impredecib­le Fognini.

Un-dos-tres, caen los aces del lado de Alcaraz (ya lleva tres en sus dos primeros juegos, acumula cinco en el primer set), y no halla acomodo Griekspoor, cuya estrategia parece errónea. Se tira atrás e intenta alargar los puntos, escenario perfecto para las travesuras de Alcaraz.

Se suceden las dejadas y las voleas de Alcaraz, que exprime la distancia que le regala Griekspoor: el neerlandés no alcanza los golpes cortados del rival.

Alcaraz se adueña del partido, marca los tempos, decide cuándo toca el saque-volea, o el peloteo largo, o la dejada, despliega un tenis alegre y fresco, y cuando se confunde –si se confunde– se corrige al decirse: –Convencido, convencido. Baja definitiva­mente el sol cuando el murciano, la revelación del año, desconfigu­ra definitiva­mente a Griekspoor (6-4, 7-6 (0) y 6-3, en 2h05m) y se planta en la tercera ronda, donde le espera

Oscar Otte, alemán de 1,93 m que todo lo fía a su servicio, exactament­e igual que Struff, otro alemán de 1,93 m que todo lo fía a su servicio y que tres días atrás le había complicado la vida a Alcaraz, presunto aprendiz que no lo es tanto.

–Aún tengo pocas horas en hierba, no me bastan –insiste.

Dirá aquello de las pocas horas, pero el tenis de Alcaraz empieza a beber de los mejores, y entre ellos de Novak Djokovic (35), tenista invicto en Londres desde el 2017.

Suyas son las tres últimas ediciones de Wimbledon (2018, 2019 y 2021; van seis en total), y suyo es el presente también en el jardín londinense.

Lanzado como se ve en Londres y enfurruñad­o como se siente (Djokovic no podrá acudir al US Open: le lastra su empecinami­ento en no vacunarse), el serbio se comporta como una apisonador­a ante Kokkinakis. Acaso acomplejad­o por la magnitud de la Centre Court y el peso del rival, el aussie transige en apenas dos horas: 6-1, 6-4 y 6-2.

Djokovic se enfrenta a su propio país. Le toca Kecmanovic.

Alcaraz manda, marca los tempos, decide cuándo toca el saquevolea, o el peloteo largo, o la dejada

 ?? Lyan Pierse / Getty ?? Carlos Alcaraz, durante su partido ante Tallon Griekspoor, este miércoles en Wimbledon
Lyan Pierse / Getty Carlos Alcaraz, durante su partido ante Tallon Griekspoor, este miércoles en Wimbledon
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